viernes, 26 de febrero de 2016

ORACIÓN 28-02-16


ORACIÓN 28-02-16

GUÍA:  Buenos días, Padre Dios. Entramos en nuestro interior y te encontramos en el silencio. Nos llamas y queremos escucharte. Agradecemos esta semana llena de vida y que tú nos has regalado. Has ido delante de nosotros en los momentos confusos y reconocemos tu presencia aunque a veces estamos despistados y no te vemos. Queremos avanzar contigo. ¿Qué quieres decirnos hoy?. Te necesitamos. SILENCIO AMISTOSO, ESPERANZADO, DISPUESTO A LA ESCUCHA.

Del libro del Éxodo (3,1-8a.13-15):

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. 
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.» 
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.» 
Respondió él: «Aquí estoy.» 
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» 
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. 
El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.» 
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» 
Dios dijo a Moisés: «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: `Yo-soy' me envía a vosotros".» 
Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".»

GUÍA. Moisés está buscando, Dios se le hace presente en la zarza ardiente, Descálzate, el suelo que pisas es sagrado. Aquí en nuestro silencio de encuentro, escuchamos las mismas palabras: El suelo que pisas es santo. Dios habita en nosotros. Se nos hace presente. Se manifiesta como salvador de su pueblo. Necesita de Moisés, necesita de nosotros. ¿Para qué nos necesita hoy a nosotros?¿ Estamos convencidos del envío que tenemos, de que Dios nos envía? Nos envía a esa situación, a esa persona. Llevamos su mensaje y presencia en pequeñas cosas con las que Él se quiere hacer presente. Dejemos que el Espíritu nos clarifique y afiance en su camino. SILENCIO ADORADOR, COMPROMETIDO, CONFIADO.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,1-6.10-12):

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
GUÍA: Pablo ve la acción de Dios sobre los creyentes, sus obras de bien. Ve también que no siempre siguen hasta el final. Nos avisa para ser constantes, confiar siempre en Dios y seguir sus caminos. En este rato de silencio, reconocemos el paso de Dios por nuestro camino, nuestro ir hacia Él: nuestros cansancios, nuestros avances, las luces y las sombras. Pidámosle que sostenga siempre nuestros pasos, que seamos fieles amigos, hasta siempre. SILENCIO AMOROSO Y ABIERTO

Del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. 
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» 
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»
GUÍA: ¿Eran aquellos más culpables que los demás? Os digo que no. Todos somos hijos pero todos podemos ser culpables. Veamos nuestra situación personal. La viña no daba fruto… ¿Cortarla?... Déjala todavía este año…Jesús sale a nuestro encuentro, a nuestra defensa, confía en cada uno, otro año… ¿Cómo respondemos? Padre Dios, ayúdanos a ser fieles, a dar el fruto que esperas de cada uno, a amar como Tú amas. SILENCIO REFLEXIVO, BUSCADOR DE LUZ, RESPONSABLE.

PRESENTAMOS nuestra oración, damos gracias.

PETICIONES

PADRE NUESTRO con Jesús

INVOCAMOS A MARÍA como maestra de oración y compañera de camino.

"Una ciudad para todos" ---
Una ciudad para todos,
¡levantaremos!.
Un gran techo común,
¡la ciudad!.
Una mesa redonda como el mundo,
¡levantaremos!.
Un pan de multitud.
Un lenguaje de corazón abierto.
Una esperanza:
¡Ven, Señor Jesús!.
No rechazaremos
la piedra angular.
Sobre el cimiento de tu Cuerpo
levantaremos la Ciudad.
Suben los pueblos del mundo,
¡levantaremos!.
Suben a la ciudad,
¡la ciudad!.
Los que hablaban
en lenguas diferentes,
¡levantaremos!,
pregonan la unidad.
Nadie grita:
¿Quién eres y de dónde?.
Todos se llaman
¡hijos de la paz!.
No rechazaremos
la piedra angular.
Letra: José Luis Blanco Vega
Adapt. letra: Juan Antonio Espinosa




viernes, 19 de febrero de 2016

ORACIÓN 21-02-16





ORACIÓN 21-02-16

GUÍA: Buenos días, Señor. Soy yo, que contigo quiero hablar, dice una canción. Quiero tomar conciencia de tu presencia. Estás aquí. Me llamas. Tú eres Señor de todo lo que  existe. Me has dado la vida y me amas. Aquí estoy. Tú eres quien llena mi corazón. Padre, Hijo y Espíritu, acompañad nuestra oración, Enseñadnos a amar, a adorar a oír la Palabra. SILENCIO DE AMISTAD, ADORADOR.

Del libro del Génesis (15,5-12.17-18):

En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» 
Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber. 
El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»
Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?» 
Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» 
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. 
Aquel día el Señor hizo alianza con Abran en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.»

GUÍA: Dios viene a Abrán. Mira el cielo, cuenta el número de las estrellas. Así ser á tu descendencia. Y Abrán creyó. Luego hacen el sacrificio de alianza entre los dos. ¿Cómo hacemos nosotros el encuentro con el Señor? ¿Nos sentimos llamados a hacer la alianza de amistad, de amor, de compromiso? ¿Qué nos promete Dios a nosotros? En este tiempo callamos y escuchamos a Dios, presente en nosotros. Nos sentimos hijos, amigos, un regalo de Dios. Sentimos su promesa: te daré esta tierra. Aceptamos su Alianza. SILENCIO DE PRESENCIA Y ACEPTACIÓN.

De la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,17–4,1):

Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
GUÍA: San Pablo dice a los cristianos que vayan según el modelo que él les ofrece. Jesús transformará nuestro cuerpo humilde, en cuerpo glorioso. Tiene la energía para sometérselo todo. Dejemos que estas palabras calen en nuestro corazón. Dejemos que Jesús transforme nuestra vida, nuestros pequeños pasos según su modelo. La paz nos inunda, el Espíritu nos ilumina, el Padre nos ama como verdaderos hijos. Sintamos su abrazo de Padre bueno. SILENCIO CONSCIENTE, ABIERTO, TRANSFORMANTE.

Del santo evangelio según san Lucas (9, 28 b-36):

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. 
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. 

GUÍA: Jesús ha subido al monte a orar, a encontrarse con el Padre Dios. Le acompañamos. Nos unimos a esta oración, a sus sentimientos de Hijo. Él habla con Moisés y Elías. Hablan de su muerte. Pedro y los otros ven su gloria. Desde la nube que les cubre oyen. Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle. Estos pasos en nuestra oración nos pueden servir como método. Acompañamos a Jesús, subimos al monte, escuchamos y oímos al Padre. SILENCIO Y ENCUENTRO.

PRESENTAMOS nuestra oración, nuestro compromiso.

PEDIMOS por las necesidades del mundo.

PADRE NUESTRO. Nos unimos a la oración de Jesús, con toda la humanidad.

Soy yo, soy yo, soy yo Señor
quien contigo quiere hablar (bis)
No es mi padre ni mi madre
sino yo Señor
quien contigo quiere hablar (bis)
Soy yo, soy yo, soy yo Señor
quien contigo quiere hablar (bis)
En mi alma hay un enjambre
hay rumores mil
hay un hondo surtidor.
Necesito más silencio si pretendo oír
el murmullo de tu voz.
Soy yo, soy yo, soy yo Señor
quien contigo quiere hablar (bis)



INVOCAMOS A MARÍA

viernes, 12 de febrero de 2016

ORACIÓN 14-02-2016




ORACIÓN 14-02-2016

GUÍA: Buenos días, Padre Dios. Estoy, estamos aquí. Un nuevo encuentro contigo en la intimidad de nuestro corazón. Estás en nosotros y a veces lo olvidamos. Ahora es el momento en que quieres hablarnos desde la Palabra, tu  Palabra. Espíritu de Dios, prepara nuestra mente, nuestro corazón para este encuentro contigo. Jesús  Resucitado, Hijo de Dios, te necesitamos. Aviva nuestra fe.
Hemos trabajado durante la semana. ¿Cuál es el fruto? Valoremos nuestro ser y actuar. Agradezcamos al Señor su presencia en los momentos del día. Dispongámonos a recibir su Palabra en este nuevo encuentro. María acompaña acompaña nuestra oración. SILENCIO EN LA VERDAD, EN LA ACOGIDA.

Del libro del Deuteronomio (26,4-10)

Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.»

GUÍA: Moisés invita al sacerdote a tomar su ofrenda y presentarla al Señor. Le anima a que le diga las obras que hizo con sus antepasados. Que se postre ante el Señor, su Dios. ¡Una hermosa forma de hacer oración, según Moisés.! Vamos a intentarlo. Tomemos nuestra ofrenda, nuestra vida, pensar y actuar. Recorremos las acciones de Dios en nosotros y en toda la humanidad. Nos postramos ante su bondad y su presencia. Dejamos que broten sentimientos de fe, de agradecimiento, de adoración. SILENCIO
ADORADOR.

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,8-13):

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.»

GUÍA: San Pablo en su carta  a los romanos reconoce que tienen la Palabra en los labios y en el corazón. Si tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás. Cuidar la propia fe. Invocar al Dios que resucitó a Jesús, Dejarse modelar por el Espíritu, son pasos en este camino de la fe. Jesús, aumenta nuestra fe, ayúdanos a estar libres de otras cosas, para confiar en ti  y en los hermanos SILENCIO CREYENTE, CONFIADO.

 Del santo evangelio según san Lucas (4,1-13):

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. 
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» 
Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» 
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.» 
Jesús le contestó: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".» 
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".»
Jesús le contestó: «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".» 
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

GUÍA: Jesús, lleno del Espíritu Santo, vuelve al Jordán. Es llevado al desierto.  Ayuna. Es tentado. Vemos a Jesús tentado, captamos sus sentimientos. Sus respuestas: No sólo de pan vive el hombre. Al Señor, tu Dios, adorarás. A él solo darás culto. No tentarás al Señor tu Dios. Nuestra admiración y adoración ante Jesús, solo ante el Padre. Cada frase nos ayuda a acompañar a Jesús en este tiempo de lucha. ¿Cómo actuamos nosotros  en la tentación? Padre, nonos dejes caer en la tentación. Líbranos del mal. SILENCIO CONTEMPLATIVO, ADORADOR.

PRESENTAMOS al Señor nuestros deseos

PETICIONES por las necesidades del mundo.

PADRE NUESTRO con Jesús y toda la humanidad.


CANTAMOS A MARÍA


MADRE OYEME 

Madre óyeme, mi plegaria es un grito en la noche 
Madre guíame en la noche de mi juventud 

Madre sálvame, mil peligros acechan mi vida 
Madre lléname, de esperanza, de amor y de fe. 

Madre guíame, en las sombras no encuentro el camino 
Madre llévame, que a tu lado feliz estaré 

Madre una flor, una flor con espinas que es bella 
Madre una amor, un amor que ha empezado a nacer 

Madre sonreír, sonreír aunque llore en el alma 
Madre construir, caminar aunque vuelva a caer. 
Madre solo soy el anhelo y la carne que lucha 
Madre tuyo soy, en tus manos me vengo a poner 

Madre óyeme, mi plegaria es un grito en la noche 
Madre guíame en la noche de mi juventud.









viernes, 5 de febrero de 2016



ORACIÓN 7-02-16

GUÍA: Jesús está aquí. Nos convoca y quiere hablarnos. Abrimos nuestro corazón ante Él. Le escuchamos , le pedimos que su Espíritu nos ilumine y avive nuestra fe.  Dejamos serenar nuestro interior, reconocer que la presencia de Dios lo llena todo, nos envuelve, nos espera.  El Espíritu de Dios quiere llegar a nuestro ser. Que su palabra sea bien acogida en nosotros y transforme nuestra vida.  SILENCIO ACOGEDOR, HUMILDE Y CONFIADO.

Del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!» Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.» Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.» Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?» Contesté: «Aquí estoy, mándame.»

GUÍA: El profeta Isaías tiene una visión del trono de Dios. Su presencia le produce temor. Se siente impuro ante tan gran santidad. En nuestra oración nos vemos ante el Señor de la vida, del universo. Reconocemos nuestra pequeñez. El ángel purifica nuestros labios, nuestro ser. Oímos  la voz de Dios y dejamos que nuestro corazón dé su respuesta. SILENCIO ADORADOR, DISPONIBLE.

De la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11):

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído. 

GUÍA: Pablo nos hace pensar si el evangelio que recibimos nos está salvando.  Cristo murió por nuestros pecados, se apareció…También se nos presenta a nosotros, los creyentes del siglo XXI, en la Palabra. Reconozcamos esta presencia que nos va salvando del mal y nos transforma en personas nuevas. A Pablo lo transformó entonces. Hoy nos toca a nosotros. Que el Espíritu de Dios venga sobre cada uno y llene nuestras vidas con su amor. Como Pablo podemos recorrer el camino que nos ha traído hasta el día de hoy en la fe. Un ejercicio posible es el dibujar la línea de nuestra fe, como una camino. Momentos altos y bajos, lo positivo y lo negativo hasta el presente. ¿Te animas? SILENCIO CREYENTE, AGRADECIDO, CONFIADO.
 
Del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. 
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» 
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. 
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

GUÍA: ¿Qué nos dice la Palabra? Aquellos, la orilla del lago, escuchaban la Palabra de Dios. Jesús enseñaba.   Nuestra disposición para escuchar puede ser acogedora o sólo superficial. Valoremos. Jesús dice a Pedro “Rema mar adentro y echad las redes para pescar” ¿Qué significa esto para nosotros? Mar adentro es alejarse de la orilla, del ruido, escucharle. Y luego echar las redes. Como en Isaías hay un encargo: Ir al pueblo, echar las redes para pescar. Escuchemos el eco de esta palabra en nosotros y dejemos que el Espíritu nos ilumine para comprenderla. SILENCIO AMIGO, CONFIADO.

AGRADECEMOS este rato de oración y encuentro.

LO MÁS IMPORTANTE HA SIDO

NUESTRAS PETICIONES

INVOCAMOS AL PADRE con la oración de Jesús. PADRE NUESTRO






CANTAMOS:


MADRE DE LOS CREYENTES.

MADRE DE LOS CREYENTES
QUE SIEMPRE FUISTE FIEL.
DANOS TU CONFIANZA,
DANOS TU FE.
DANOS TU CONFIANZA,
DANOS TU FE.

1. Pasaste por el mundo en medio de tinieblas
sufriendo a cada paso la noche de la fe.
Sintiendo cada día la espada del silencio,
a oscuras padeciste el riesgo de creer.

2. La fe por el desierto a lomos de un asnillo,
la fe cuando en las bodas Jesús se hizo esperar,
la fe cuando pensaron que el Hijo estaba loco,
la fe sobre el calvario al borde de acabar.

3. Guardaste bajo llave las dudas y batallas
formándose el misterio al pie del corazón.
Debajo de tu pecho de amor inagotable
la historia se escribía de nuestra redención.