viernes, 29 de junio de 2018

PRESENCIA DE PADRE



REZA Y COMPARTE

PRESENCIA DE PADRE

GUÍA DE ORACIÓN 01-07-18

GUÍA: Aquí estamos, Señor. Ante ti, estamos reconociendo tu presencia y tu gracia, tu voluntad de salvación. Estamos confiados en tu amor, en el regalo de la vida. Agradecemos tu presencia de Padre, siempre cercano. Agradecemos, Jesús, tu presencia redentora, hermano en medio de  la humanidad.
Agradecemos tu presencia, Espíritu Santo, dador de vida nueva y santificador. SILENCIO DE PRESENCIA, ACCIÓN DE GRACIAS  Y  DE FRATERNIDAD.

Del libro de la Sabiduría (1,13-15;2,23-24):

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.


 GUÍA: Dios hizo al hombre … imagen de su misma naturaleza., dice el libro de la Sabiduría. Sentimos nuestro ser humano que tiende a Dios. También sentimos esa parte del mal, que se nos pega en lo que hacemos lejos de Dios. La elección entre el bien y el mal, se nos presenta cada día. 
 Líbranos del mal, dice Jesús en el Padre nuestro. Confiamos en Dios y le pedimos su presencia frente a todo mal. SILENCIO DE RECONOCIMIENTO, PERDÓN, CONFIANZA.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,7.9.13-15):

Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.»

GUÍA: Distinguíos ahora por vuestra generosidad. Sobresalís en la fe, en la  palabra y más cosas. Que vuestro bienes se nivelen con otros. Y que los suyos se nivelen con los vuestros. Todos aportamos algo para una sociedad Más justa y solidaria. El bien se comunica y también la abundancia, la generosidad. SILENCIO DE EXAMEN PERSONAL Y DE LA REALIDAD QUE NOS RODEA, SILENCIO PARA LA SOLIDARIDAD.


Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5,21-43):

En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda, su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio le la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»        

               

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).»
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años–. Y se quedaron viendo visi
ones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.


GUÍA
: Ven, pon tus manos sobre ella para que se cure y viva. Con esta frase, invocamos la curación de Jesús, como aquel hombre para su hija. ¿Qué pedimos nosotros?
Curación, vida, dio Jesús entonces. Hoy nos lo da por la fe y por la Eucaristía. Ampliamos nuestra oración y confianza en Jesús. Acojamos su don en la Palabra. Recibámoslo en la Eucaristía. Es fuerza para el camino,acción de gracias por tanta presencia. ¿Cómo lo aceptamos? SILENCIO DE FE, PETICIÓN, ACOGIDA, AGRADECIMIENTO

SINTETIZAMOS NUESTRA ORACIÓN, RECOGEMOS UNA FRASE PARA RECORDAR.

CONFIAMOS, PEDIMOS, ESPERAMOS. OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARIA NUESTRA MADRE

NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON LAS PALABRAS DE JESÚS: PADRE NUESTRO


CANTAMOS



Ante ti, Señor


Ante ti, Señor (Ante ti, Señor)
Mi alma levantaré (Mi alma levantaré)   (bis)
Oh mi Dios (Oh mi Dios)

confío en ti (confío en ti).

YO TE ALABO, SEÑOR,
YO TE ADORO, SEÑOR,
OH MI DIOS.     (BIS)

Guíame, Señor (Guíame, Señor)
Y guarda mi alma (Y guarda mi alma)   (bis)
Oh mi Dios (Oh mi Dios)
confío en ti (confío en ti).

Líbrame, Señor (Líbrame, Señor)
de todo peligro (de todo peligro)   (bis)
Oh mi Dios (Oh mi Dios)
confío en ti (confío en ti).

Dame un corazón (Dame un corazón)
que pueda adorarte (que pueda adorarte)   (bis)
Oh mi Dios (Oh mi Dios)
confío en ti (confío en ti).

martes, 26 de junio de 2018

ALEGRÍA DEL AMOR 13


REZA Y COMPARTE

PAPA FRANCISCO

Capítulo tercero

LA MIRADA PUESTA EN JESÚS: VOCACIÓN DE LA FAMILIA


Sacramento del Matrimonio

73. «El don recíproco constitutivo del matrimonio sacramental arraiga en la gracia del bautismo, que establece la alianza fundamental de toda persona con Cristo en la Iglesia. En la acogida mutua, y con la gracia de Cristo, los novios se prometen entrega total, fidelidad y apertura a la vida, y además reconocen como elementos constitutivos del matrimonio los dones que Dios les ofrece, tomando en serio su mutuo compromiso, en su nombre y frente a la Iglesia. Ahora bien, la fe permite asumir los bienes del matrimonio como compromisos que se pueden sostener mejor mediante la ayuda de la gracia del sacramento [...] Por lo tanto, la mirada de la Iglesia se dirige a los esposos como al corazón de toda la familia, que a su vez dirige su mirada hacia Jesús»[65]

El sacramento no es una «cosa» o una «fuerza», porque en realidad Cristo mismo «mediante el sacramento del matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos (cf. Gaudium et spes, 48). Permanece con ellos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros»[66]. El matrimonio cristiano es un signo que no sólo indica cuánto amó Cristo a su Iglesia en la Alianza sellada en la cruz, sino que hace presente ese amor en la comunión de los esposos. Al unirse ellos en una sola carne, representan el desposorio del Hijo de Dios con la naturaleza humana. Por eso «en las alegrías de su amor y de su vida familiar les da, ya aquí, un gusto anticipado del banquete de las bodas del Cordero»[67]. Aunque «la analogía entre la pareja marido-mujer y Cristo-Iglesia» es una «analogía imperfecta»[68], invita a invocar al Señor para que derrame su propio amor en los límites de las relaciones conyugales.

74. La unión sexual, vivida de modo humano y santificada por el sacramento, es a su vez camino de crecimiento en la vida de la gracia para los esposos. Es el «misterio nupcial»[69]. El valor de la unión de los cuerpos está expresado en las palabras del consentimiento, donde se aceptaron y se entregaron el uno al otro para compartir toda la vida. Esas palabras otorgan un significado a la sexualidad y la liberan de cualquier ambigüedad. Pero, en realidad, toda la vida en común de los esposos, toda la red de relaciones que tejerán entre sí, con sus hijos y con el mundo, estará impregnada y fortalecida por la gracia del sacramento que brota del misterio de la Encarnación y de la Pascua, donde Dios expresó todo su amor por la humanidad y se unió íntimamente a ella. Nunca estarán solos con sus propias fuerzas para enfrentar los desafíos que se presenten. Ellos están llamados a responder al don de Dios con su empeño, su creatividad, su resistencia y su lucha cotidiana, pero siempre podrán invocar al Espíritu Santo que ha consagrado su unión, para que la gracia recibida se manifieste nuevamente en cada nueva situación.

75. Según la tradición latina de la Iglesia, en el sacramento del matrimonio los ministros son el varón y la mujer que se casan[70], quienes, al manifestar su consentimiento y expresarlo en su entrega corpórea, reciben un gran don. Su consentimiento y la unión de sus cuerpos son los instrumentos de la acción divina que los hace una sola carne. En el bautismo quedó consagrada su capacidad de unirse en matrimonio como ministros del Señor para responder al llamado de Dios. Por eso, cuando dos cónyuges no cristianos se bautizan, no es necesario que renueven la promesa matrimonial, y basta que no la rechacen, ya que por el bautismo que reciben esa unión se vuelve automáticamente sacramental. El Derecho canónico también reconoce la validez de algunos matrimonios que se celebran sin un ministro ordenado[71].

 En efecto, el orden natural ha sido asumido por la redención de Jesucristo, de tal manera que, «entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento»[72]. La Iglesia puede exigir la publicidad del acto, la presencia de testigos y otras condiciones que han ido variando a lo largo de la historia, pero eso no quita a los dos que se casan su carácter de ministros del sacramento ni debilita la centralidad del consentimiento del varón y la mujer, que es lo que de por sí establece el vínculo sacramental. De todos modos, necesitamos reflexionar más acerca de la acción divina en el rito nupcial, que aparece muy destacada en las Iglesias orientales, al resaltar la importancia de la bendición sobre los contrayentes como signo del don del Espíritu.





ACCIÓN:


VER: lo que dice. Entresaca algunas ideas que te gustan y te parecen importantes.


JUZGAR: ¿Qué piensas de ello, y cómo se viven hoy esas ideas o relaciones?


ACTUAR: ¿Cómo vivir en la familia el valor del sacramento?


Comparte alguna idea en los comentarios y envía un mensaje. Puede favorecer el diálogo.





viernes, 22 de junio de 2018

“MI DIOS FUE MI FUERZA”



REZA Y COMPARTE

                                                                                  “MI DIOS FUE MI FUERZA”


GUÍA DE ORACIÓN

GUÍA: Mi Dios, mi fuerza salvadora. La oración de  hoy nos presenta las palabras de Isaías. Podemos hacerlas nuestras para introducir la oración de esta semana. En este momento nos dirigimos a Dios Padre, nos sentimos amados y enviados al lugar en que estamos, para ser sus mensajeros. La vida nos descubre el don de Dios, sus deseos para nosotros y su compañía de salvación para hacer el bien y transmitirlo a otros. Nos sentimos confiados y comprometidos en tan hermosa tarea. SILENCIO DE DESCUBRIMIENTO, DE CONFIANZA Y DECISIÓN

Lectura del libro de Isaías (49,1-6):

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

GUIA:
Juan puede ser identificado con las palabras de Isaías. Eres mi siervo, estoy orgulloso de ti. También cada ser humano puede sentirse amado y elegido por el Padre Dios. Sentimos su amor, su elección y su envío a la tarea que tenemos por delante. Confiamos en su palabra y su presencia, su fuerza salvadora. SILENCIO DE CONFIANZA, DE PRESENCIA,  DE FUERZA SALVADORA.   

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,22-26):


En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.” Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.” Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

GUÍA: “David…hombre conforme a mi corazón” También Juan lo fue para Jesús. Admiramos a estos personajes, ¿Vemos alguno de sus dones presente en nosotros?. Con aquellos dones o con otros, pero Dios nos ha ideado, soñado como hijos fieles. Se nos ha dado el mensaje de salvación en Jesús. Es nuestro tiempo de vivirlo, aceptarlo y ponerlo en práctica. Envueltos en su mensaje confiamos, pedimos fidelidad. SILENCIO DE CONFIANZA, FE,  EVITAMOS TODA EVASIÓN EN EL BIEN

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.


GUÍA: La mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba. Es bonito ir viendo crecer a un bebé. También lo será para Dios: ir viendo crecer a una persona  y que su poder esté con ella. Agradecemos su crecimiento en cada uno de los hombres y mujeres de nuestro mundo, también en nosotros. La mano del Señor está con nosotros. Confiamos en Él. SILENCIO DE GRACIAS, DE ENTREGA, DEL SÍ

RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN ¿QUÉ FRASE QUIERES RECORDAR?

AGRADECEMOS, PEDIMOS, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA, MADRE Y MAESTRA DE CAMINO

NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON JESÚS: PADRE NUESTRO…

CANTAMOS

POR TI, MI DIOS, CANTANDO VOY,
LA ALEGRÍA DE SER TU TESTIGO, SEÑOR.

1. Me mandas que cante/con toda mi voz,
no sé cómo cantar/tu mensaje de amor;
los hombres me preguntan/cuál es mi misión,
les digo: testigo soy.

2. Es fuego tu palabra/que mi boca quemó,
mis labios ya son llamas/y ceniza mi voz,
da miedo proclamarla,/pero tú me dices:
no temas, contigo estoy.

3. Tu palabra es una carga/que mi espalda dobló,
es brasa tu mensaje/que mi lengua secó.
Déjate quemar,si quieres alumbrar,
no temas, contigo estoy.



martes, 19 de junio de 2018

POESÍA: ¡AY CORAZÓN!



REZA Y COMPARTE


 POESÍA


¡AY CORAZÓN!

Ya está amaneciendo,
y se van a sanar las heridas
causadas en el tiempo
y vividas día a día.

No desfallezcas, espera,
siembra flores de amor 
en tu herida
¡Ay corazón!
es la vida un milagro de amor,
ve cantando las penas
y suelta el dolor.


Pronto llega el sol
con sus rayos preñados de vida,
con su fuego cantando al amor.
Un amor que se expande,
dando vida y color.

¡Ay corazón!
tan fuerte y tan débil,
tan lleno y tan vacío.
Déjate abrazar por Dios,
déjate llenar de amor.
La vida es tan solo un "hoy"
no la pierdas, aprovéchalo.

María


¿QUÉ VEMOS?


¡Ay corazón! Un hablar con el corazón.
Sentimientos ante un nuevo amanecer.
Librarse del dolor, recibir el amor, el abrazo de Dios, vivir el hoy.

Haz un comentario con lo que te sugiere. Será bonito.



viernes, 15 de junio de 2018

YO SOY EL SEÑOR

YO  SOY  EL SEÑOR                                                                                                                            
GUÍA DE ORACIÓN 17-06-18

GUÍA: Estamos ante ti, Señor. Oímos tu voz, queremos poner en marcha tu palabra. Somos tu casa y tu pueblo. Esperamos en ti.
El tiempo es tuyo y te manifiestas en el presente. El justo crecerá como cedro del Líbano. Nuestra suerte está en tus manos. Confiamos en ti. SILENCIO DE PRESENCIA, DE CONFIANZA, DE ENTREGA.

Del Profeta Ezequiel (17,22-24):

Esto dice el Señor Dios: «Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel; para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.»

GUÍA: Arrancaré una rama tierna, la plantaré en lo alto. La imagen nos lleva al poder que tienes sobre tu pueblo. Todo es tuyo. Ensalzas al humilde. Te presentamos lo que somos. Haz que crezcamos según tus planes. Líbranos del mal. SILENCIO DE ENCUENTRO, BÚSQUEDA, OFRENDA

De la segunda carta de san Pablo a los Corintios (5,6-10):

Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.
 

GUÍA: Caminamos en esperanza, caminamos en destierro, guiados por la fe. Confiamos, Padre, en ti y en Jesús, tu Hijo resucitado. La vida se va haciendo y caminamos sin verlo pero seguros de tu presencia. Perdona, Padre, nuestros fallos, acógenos con tu corazón de Padre. Somos tuyos.  SILENCIO DE FE, PERDÓN Y ESPERANZA.

Del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»

Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.


GUÍA: El Reino de Dios es como semilla del grano de mostaza. Germina, crece y da fruto. Acoge a las aves del campo.
El Reino de Dios entra en nuestro campo y se va desarrollando hasta dar fruto. Te siembras en nuestra vida y lo vas transformando todo. Guárdanos del mal, llévanos hacia ti, confiamos en tu palabra. SILENCIO DE ACOGIDA, PETICIÓN, COMPROMISO

RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN, SINTETIZAMOS

EXPRESAMOS NUESTRA FE, CONFIANZA, PROYECTO, PETICIÓN

INVOCAMOS A MARÍA MADRE Y MAESTRA

NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON LAS PALABRAS DE JESÚS: PADRE NUESTRO…

CANTAMOS
1. Sois la semilla que ha de crecer,
sois estrella que ha de brillar.
Sois levadura, sois grano de sal,
antorcha que debe alumbrar.
Sois la mañana que vuelve a nacer,
sois espiga que empieza a granar.
Sois aguijón y caricia a la vez, testigos que voy a enviar.
 Id, amigos, por el mundo, anunciando el amor,mensajeros de la vida, de la paz y el perdón. Sed, amigos, los testigos de mi resurrección.
Id llevando mi presencia con vosotros estoy.
2. Sois una llama que ha de encender
resplandores de fe y caridad.
Sois los pastores que han de guiar
al mundo por sendas de paz.
Sois los amigos que quise escoger,
sois palabra que intento gritar.
Sois reino nuevo que empieza a engendrar
justicia, amor y verdad.
3. Sois fuego y sabia que viene a traer,
sois la ola que agita la mar.
La levadura pequeña de ayer fermenta
la masa del pan.
Una ciudad no se puede esconder,
ni los montes se han de ocultar,
en vuestras obras que buscan el bien
los hombres al Padre verán.

martes, 12 de junio de 2018

ALEGRÍA DEL AMOR 12

REZA Y COMPARTE

PAPA FRANCISCO
Capítulo tercero
LA MIRADA PUESTA EN JESÚS: VOCACIÓN DE LA FAMILIA
La familia en los documentos de la Iglesia

67. El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes, se ocupó de «la promoción de la dignidad del matrimonio y la familia» (cf. 47-52). Definió el matrimonio como comunidad de vida y de amor (cf. 48), poniendo el amor en el centro de la familia [...] El “verdadero amor entre marido y mujer” (49) implica la entrega mutua, incluye e integra la dimensión sexual y la afectividad, conformemente al designio divino (cf. 48-49). Además, subraya el arraigo en Cristo de los esposos: Cristo Señor “sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio” (48), y permanece con ellos. En la encarnación, él asume el amor humano, lo purifica, lo lleva a plenitud, y dona a los esposos, con su Espíritu, la capacidad de vivirlo, impregnando toda su vida de fe, esperanza y caridad. De este modo, los esposos son consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una iglesia doméstica (cf. Lumen gentium, 11), de manera que la Iglesia, para comprender plenamente su misterio, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta de modo genuino»[59].

68. Luego, «siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, el beato Pablo VI profundizó la doctrina sobre el matrimonio y la familia. En particular, con la Encíclica Humanae vitae, puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y procreación: “El amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de paternidad responsable sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente [...] El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores” (10). En la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, el beato Pablo VI evidenció la relación entre la familia y la Iglesia»[60].

69. «San Juan Pablo II dedicó especial atención a la familia mediante sus catequesis sobre el amor humano, la Carta a las familias Gratissimam sane  y sobre todo con la Exhortación apostólica Familiaris consortio. En esos documentos, el Pontífice definió a la familia “vía de la Iglesia”; ofreció una visión de conjunto sobre la vocación al amor del hombre y la mujer; propuso las líneas fundamentales para la pastoral de la familia y para la presencia de la familia en la sociedad. En particular, tratando de la caridad conyugal (cf. Familiaris consortio, 13), describió el modo cómo los cónyuges, en su mutuo amor, reciben el don del Espíritu de Cristo y viven su llamada a la santidad»[61].

70. «Benedicto XVI, en la Encíclica Deus caritas est, retomó el tema de la verdad del amor entre hombre y mujer, que se ilumina plenamente sólo a la luz del amor de Cristo crucificado (cf. n. 2). Él recalca que “el matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano” (11). Además, en la Encíclica Caritas in veritate, pone de relieve la importancia del amor como principio de vida en la sociedad (cf. n. 44), lugar en el que se aprende la experiencia del bien común»[62].


71. «La Sagrada Escritura y la Tradición nos revelan la Trinidad con características familiares. La familia es imagen de Dios, que [...] es comunión de personas. En el bautismo, la voz del Padre llamó a Jesús Hijo amado, y en este amor podemos reconocer al Espíritu Santo (cf. Mc 1,10-11). Jesús, que reconcilió en sí cada cosa y ha redimido al hombre del pecado, no sólo volvió a llevar el matrimonio y la familia a su forma original, sino que también elevó el matrimonio a signo sacramental de su amor por la Iglesia (cf. Mt 19,1-12; Mc 10,1-12; Ef 5,21-32). En la familia humana, reunida en Cristo, está restaurada la “imagen y semejanza” de la Santísima Trinidad (cf. Gn 1,26), misterio del que brota todo amor verdadero. De Cristo, mediante la Iglesia, el matrimonio y la familia reciben la gracia necesaria para testimoniar el Evangelio del amor de Dios»[63].

72. El sacramento del matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque «su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia. Los esposos son por tanto el recuerdo permanente para la Iglesia de lo que acaeció en la cruz; son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes»[64]. El matrimonio es una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal como signo imperfecto del amor entre Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional.

 
ACCIÓN:

VER: lo que dice. Entresaca algunas ideas que te gustan y te parecen importantes.

JUZGAR: ¿Qué piensas de ello, y cómo se viven hoy esas ideas o relaciones?

ACTUAR: ¿Cómo vivir en la familia el valor del sacramento?

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