REZA Y
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VIERNES
SANTO
Es
Viernes santo. Jesús sufre su pasión y muerte. Después de un camino doloroso y
una crucifixión agotadora se presenta al Padre: En tus manos encomiendo mi
espíritu. Estamos allí contemplando el momento y recibiendo su testigo para
llevar al mundo, con los apóstoles, lo que él quiere: Que os améis y la gloria
del Padre.
SONETO
No me
mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me
mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme,
en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me
tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
ORACIÓN
Acogemos los sentimientos del poeta, los hacemos nuestros y
unimos la novedad de nuestro amor y presencia fiel.
Viernes Santo. Jesús está en la cruz a punto de expirar. Estamos con él y le presentamos nuestros sentimientos. Le ofrecemos nuestros pecados y le pedimos perdón. Perdón para nosotros y para todo el mundo. Ayúdanos, Señor.
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