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viernes, 8 de febrero de 2019

¿A QUIÉN ENVIARÉ?


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¿A QUIÉN ENVIARÉ?

GUÍA DE ORACIÓN 10-02-19

GUÍA: Estamos en el templo del Señor. Su gloria llena el templo y toda la tierra. Admiramos el esplendor de su obra nos consideramos hijos en su presencia. Imploramos su misericordia. Reconocemos su ser Padre para nosotros y para toda la humanidad.  Reconocemos en Jesús,   su ser Hijo amado del Padre, que se ofrece por nosotros y alaba al Padre. Reconocemos la presencia del Espíritu Santificador. SILENCIO DE LUZ, ADMIRACIÓN, ADORACIÓN.

 Del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):

EL año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado de! altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».

 GUÍA: Ante tanta grandeza, el profeta se ve pobre y pecador. Un ángel purifica sus labios con un carbón encendido. Sintamos la purificación de Dios en nuestro ser. Agradezcamos ese nuevo espacio que se abre a la purificación y al perdón. Oímos las palabras del Señor:¿A quién enviaré?.  En el interior damos la respuesta: Aquí estoy mándame. SILENCIO DE ACOGIDA, PERDÓN Y RESPUESTA.

De la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,1-11):

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados,
y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.

GUÍA: Os recuerdo el Evangelio que os anuncié: Cristo murió por nuestros  pecados y resucitó al tercer día. Se apareció a los apóstoles y también a mí, dice Pablo. Su gracia no ha sido inútil en mí. Todo se abre a la conversión del corazón y ser también anunciadores del Evangelio recibido. Que su palabra quede viva en nosotros, que nuestra respuesta sea “envíame”. Señor, afianza nuestra fe y voluntad, cada día. SILENCIO DE ESCUCHA, DE AMOR, DE DECISIÓN.

Del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

 GUÍA: Rema mar adentro, dice Jesús a Pedro y a cada uno de sus seguidores, a cada bautizado. La redada de pesca no se hizo esperar.  Remar mar adentro nos aleja de la orilla y nos lanza a una nueva aventura. Como Pedro, contemplamos la multiplicación de los peces. Nos sentimos sobrepasados y le pedimos confianza, perdón agradecimiento. SILENCIO CONTEMPLATIVO, CONFIADO, AGRADECIDO.

RECOGEMOS LA ORACIÓN, RECORDAMOS UNA FRASE PARA EL DÍA.

DAMOS GRACIAS, CONFIAMOS, ADORAMOS, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA MAESTRA DE ORACIÓN Y CONFIANZA.

NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON FE, UNIDOS A  JESÚS: PADRE NUESTRO…

CANTAMOS
1. Has recibido un destino de otra palabra más fuerte:
es tu misión ser profeta, palabra de Dios viviente.
Tú irás llevando a luz en una entrega perenne,
que tu voz es voz de Dios y la voz de Dios no duerme.

VE POR EL MUNDO, GRITA A LA GENTE
QUE EL AMOR DE DIOS NO ACABA,
NI LA VOZ DE DIOS SE PIERDE.
VE POR EL MUNDO, GRITA A LA GENTE
QUE EL AMOR DE DIOS NO ACABA,
NI LA VOZ DE DIOS SE PIERDE.

2. Sigue tu rumbo, profeta, sobre la arena caliente,
sigue sembrando en el mundo
que el fruto se hará presente.
No temas si nuestra fe ante tu voz se detiene
porque huimos del dolor y la voz de Dios nos duele.

3. Sigue cantando, profeta, cantos de vida o de muerte,
sigue anunciando a los hombres
que el Reino de Dios se viene.
No callarán esa voz y a nadie puedes temerle,
que tu voz viene de Dios y la voz de Dios no muere.