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viernes, 29 de septiembre de 2017

¿ES INJUSTO MI PROCEDER?





¿ES INJUSTO MI PROCEDER?

GUÍA DE ORACIÓN 01-10-17



GUÍA: Llegamos ante ti, Padre. La semana nos trae a tu presencia. La vida nos llama y nos educa. Tú eres nuestro Padre.  Queremos conocerte más, conocer a Jesús y vivir según el Espíritu. A veces te hemos olvidado, pero somos tus hijos y renovamos los vínculos que nos unen a ti. En el silencio de la oración muéstranos tu misericordia, haz que crezcamos en ser hijos fieles a tu ser de Padre. SILENCIO DE ENCUENTRO, DE PERDÓN, DE MISERICORDIA.

De la profecía de Ezequiel (18,25-28):

Así dice el Señor: «Comentáis: "No es justo el proceder del Señor". Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.»
GUÍA: ¿Qué te dice esta lectura? Escúchalo dentro de ti. ¿Qué mensaje nos da?
Si te fijas en la pregunta que hace el Señor: ¿Es injusto mi proceder?, ¿qué contestarías? Ante la  posibilidad de recapacitar y convertirse, el Señor dice: vivirá y no morirá. Dios quiere que volvamos a Él, dándonos cuenta de lo hecho y arrepentidos. Es el Padre que busca al hijo arrepentido. Acojamos su abrazo y perdón en Jesús. SILENCIO DE PRESENCIA, Y CERCANÍA CONFIADA.
De la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,1-11):

Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
GUÍA: En Jesús muerto y resucitado hemos sido salvados, perdonados. Rebajado incluso hasta la cruz, Dios lo levantó sobre todo nombre. En Él somos salvados y   unidos al Padre. Acojamos este mensaje, dejemos que entre en nuestro ser y se haga algo nuestro. Salvados en Jesús, unidos al Padre, hijos en el Hijo. Repetimos varias veces la frase que más nos impacta y la hacemos nuestra. SILENCIO DE HIJOS SALVADOS Y AMADOS.

Del santo evangelio según san Mateo (21,28-32):


En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
GUÍA:¿Es injusto mi proceder? decía el título de la oración. Seguimos escuchando la pregunta en nuestro interior y damos la respuesta. ¿Cuál de los hijos somos? ¿Cumplimos el deseo del Padre Dios, decimos que sí y luego hacemos no? Habrá quienes creyendo vayan por delante de nosotros. Creer y hacer lo que Dios quiere, sus mandamientos, es necesario para llegar al Reino de Dios. Analizamos nuestra situación, nos ponemos ante el Padre con la fe renovada, con esperanza confiada, con amor profundo. SILENCIO CREYENTE, CONFIADO, DE HIJO

RECOGEMOS LO MÁS IMPORTANTE DE LA ORACIÓN

OFRECEMOS, PEDIMOS, AGRADECEMOS,  NOS SENTIMOS PERDONADOS

INVOCAMOS A MARÍA NUESTRA MADRE

NOS PRESENTAMOS CON LA ORACIÓN DE JESÚS: PADRE NUESTRO

CANTAMOS

Vengo ante Ti, mi Señor,
reconociendo mi culpa,
con la fe puesta en tu amor,
que Tú me das como a un hijo.
Te abro mi corazón,
y te ofrezco mi miseria,
despojado de mis cosas,
quiero llenarme de Ti.
Que tu Espíritu, Señor,
abrace todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Puesto en tus manos, Señor,
siento que soy pobre y débil,
más tú me quieres así,
yo te bendigo y te alabo.
Padre, en mi debilidad,
tú me das la fortaleza.
Amas al hombre sencillo,
le das tu paz y perdón.
Que tu Espíritu, Señor,
abrace todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Que tu Espíritu, Señor,
abrace todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera.