ME PUDISTE
GUÍA: Jeremías,
Pablo y Jesús están ante la voluntad de Dios. Nuestra oración nos lleva ante el
Padre, Dios, que guía la verdad, y el sentido de la vida. Son momentos de
presencia, comunicación y aceptación. Veamos el amor misericordioso del Padre y
el camino de nuestra existencia para llegar a ser verdaderos hijos. SILENCIO
DE ENCUENTRO, FE Y CONFIANZA
Del libro de
Jeremías (20,7-9):
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.
GUÍA: Jeremías se siente seducido por Dios. La Palabra le
encamina hacia su pueblo para que le convierta. Al ser rechazado, calla. La
Palabra de Dios arde en sus entrañas.
Una
situación difícil nos pone de cara a la
Palabra, al pueblo, y ante nosotros
mismos. Pedimos luz para responder y actuar en cada momento. SILENCIO DE COMPRENSIÓN, ILUMINACIÓN, DECISIÓN.
De la carta del apóstol san Pablo a
los Romanos (12,1-2):
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
GUÍA: Presentaos como ofrenda viva ante Dios. Transformaos
por la renovación de la mente. Que sepáis distinguir lo que es la voluntad de
Dios, lo bueno…lo perfecto. El culto que agrada a Dios, en espíritu y verdad.
En el interior nos presentamos ante el Padre y le ofrecemos lo que somos. Le
pedimos la renovación de la mente. SILENCIO
DE NUEVA LUZ, DISCERNIMIENTO DE NUESTRO PENSAR Y HACER, ACOGIDA DEL ESPÍRITU
Del santo
evangelio según san Mateo (16,21-27):
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»
GUÍA: Jesús se está preparando para la entrega al Padre.
Pedro, tú piensas como los hombres, no como Dios. ¿De qué le sirve al hombre ganar
el mundo si arruina su vida?
Deja que
estas palabras toquen tu interior y te impulsen a discernir, escoger lo que
Dios quiere para ti. SILENCIO
DE RECONOCIMIENTO, DE ACEPTACIÓN ANTE DIOS.
RECOGEMOS NUESTROS SENTIMIENTOS
OFRECEMOS, CONFIAMOS, PEDIMOS
INVOCAMOS A MARÍA NUESTRA MADRE
DECIMOS CON JESÚS: PADRE NUESTRO…
CANTAMOS
Somos un pueblo que
camina (E. V. Mateu)
Somos un pueblo que
camina,
y juntos caminando
podremos alcanzar
otra ciudad que no se
acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.
Somos un pueblo que camina,
que marcha por el mundo buscando otra
ciudad.
Somos errantes peregrinos
en busca de un destino, destino de unidad.
Siempre seremos caminantes,
pues sólo caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.
Sufren los hombres, mis hermanos,
buscando entre las piedras la parte de su
pan.
Sufren los hombres oprimidos,
los hombres que no tienen ni pan ni
libertad.
mas Tú vienes con ellos y en Ti alcanzarán
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de
eternidad.
Danos valor para la lucha,
valor en las tristezas, valor en nuestro
afán.
Danos la luz de tu Palabra,
que guíe nuestros pasos en este caminar.
Marcha, Señor, junto a nosotros,
pues sólo en tu Presencia podremos
alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de
eternidad.
Dura se hace nuestra marcha,
andando entre las sombras de tanta
oscuridad.
Todos los cuerpos desgastados,
ya sienten el cansancio de tanto caminar;
pero tenemos la esperanza
de que nuestras fatigas al fin alcanzarán
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas, ciudad de
eternidad.