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viernes, 2 de marzo de 2018

SOY EL SEÑOR TU DIOS


                                                                                                               
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SOY EL SEÑOR TU DIOS

GUÍA DE ORACIÓN 04-03-18

GUÍA: Ante Dios que llama: “Soy el Señor tu Dios”, escuchamos, admiramos y recibimos su comunicación. En el interior, oímos al Dios que nos crea, nos ama y nos llama. Nos sentimos amados y acogemos la salvación que nos da. Dejamos un  tiempo para ir acogiéndolo. ¿Qué pensamientos y sentimientos surgen en nosotros? SILENCIO DE ESCUCHA, Y AGRADECIMIENTO.  

Del libro del Éxodo (20,1-17):

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y bisnietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.»


GUÍA: Dios comunica los mandamientos. “Yo soy el Señor tu Dios”. Establece la Ley. El pueblo la cumplirá porque Él le libró de la esclavitud. Le adorará con todo el corazón y respetará a su prójimo. Los mandamientos del Señor son rectos y alegran el corazón. Dejemos que su Palabra empape nuestra tierra y serene nuestro corazón. SILENCIO DE ACOGIDA, COMPROBACIÓN Y PROMESA.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,22-25):

Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para lo judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados –judíos o griegos–, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.


GUÍA: Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para unos, necedad para otros y fuerza de Dios, sabiduría de Dios para los creyentes. Todo un interrogante que interpela nuestra fe. ¿Entre cuáles nos sentimos nosotros? Que esa fuerza y sabiduría de Dios baje sobre cada uno de nosotros y la acojamos con sencillez. Que nos dejemos tocar por Jesús de Nazaret y quedemos sanados. SILENCIO DE PAZ, ESPERANZA, Y ENCUENTRO

Del santo evangelio según san Juan (2,13-25):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.


GUÍA: Soy el Señor tu Dios. Jesús en el templo se siente portador de la gloria de Dios. Echa a los cambistas, a los vendedores, defiende la casa de su Padre. Sentimos con Jesús la expresión: Soy el Señor tu Dios. La acogemos, expulsando de nuestro comportamiento todo lo que usurpa la centralidad de Dios en nosotros. Vemos cómo liberarnos de otros ídolos. Pedimos perdón por lo que nos aleja de Dios. SILENCIO DE ILUMINACIÓN, PERDÓN, LIBERACIÓN

RECOGEMOS UNA FRASE QUE NOS RECUERDE LO VIVIDO EN LA ORACIÓN

AGRADECEMOS, PEDIMOS PERDÓN, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA MADRE Y AUXILIADORA

CON LAS PALABRAS DE JESÚS NOS DIRIGIMOS AL PADRE: PADRE NUESTRO…

CANTAMOS

Señor, Dios nuestro (salmo 8)(Palazón)

Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu Nombre
en toda la tierra,
en toda la tierra.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado:
qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para darle poder.
Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para darle poder.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
todo lo sometiste bajo sus pies.