REZA Y COMPARTE
GUÍA DE ORACIÓN 09-09- 18
GUÍA: Es el momento del encuentro en la oración. Mirad a vuestro Dios,
dice Isaías. Es nuestro momento, para
dirigir nuestros ojos al Señor. Sed fuertes. Padre Dios, vamos hacia
ti y buscamos tu rostro. Deja que tu
presencia sacie toda sed de felicidad y salvación. Avanzamos en tu busca y tú
llegas. Confiamos en ti. SILENCIO DE BÚSQUEDA,
DE ENCUENTRO, DE CONTEMPLACIÓN
Del libro de Isaías (35,4-7a):
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará.» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantar. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará.» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantar. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.
GUÍA: Sed fuertes, no temáis. Dios llega y hace brotar las aguas en el
desierto. Los ojos contemplan el
rostro de Dios, los oídos se abren a su voz. Nos identificamos con cada
acción y dejamos que se cumpla en nosotros.
Viene en
persona y os salvará. Su persona y la nuestra dispuestas al encuentro, a la
transformación. Pedimos su valor y presencia. SILENCIO DE ACOGIDA, DE PERMANENCIA, DE TRANSFORMACIÓN
De la carta del apóstol Santiago
(2,1-5):
No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
GUÍA : Acepción de
personas, hacer diferencias, discriminar. Son actitudes que censura el apóstol Santiago. Dios no hace diferencias.
Todos somos amados como hijos. ¿Cómo actuamos nosotros en eso de discriminar?
¿Somos imparciales?. Jesús, danos un corazón generoso, capaz de reconocer en
cada persona a un hijo de Dios. SILENCIO
DE ANÁLISIS DE COMPORTAMIENTOS, DE PETICIÓN DE PERDÓN Y DE CAPACIDAD DE
RESPETO.
Del santo evangelio según san
Marcos (7,31-37):
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
GUÍA: ¡Ábrete!. Ante la fe de aquellos hombres
y del sordomudo que piden la curación, Jesús toca sus oídos y su lengua.
También nosotros pedimos curación y presentamos nuestra fe.
Te
necesitamos, Jesús. Abre nuestros oídos , sana nuestra lengua. ¿En qué tenemos
que ser sanados? SILENCIO DE
PRESENTACIÓN, PETICIÓN, ACCIÓN DE GRACIAS.
RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN, NOS SENTIMOS TOCADOS POR JESÚS
PRESENCIA, CONFIANZA, AMOR, PETICIÓN
INVOCAMOS A MARÍA QUE NOS ENSEÑA A CONFIAR
NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON LAS PALABRAS DE JESÚS: PADRE NUESTRO
CANTAMOS
Siempre confío en mi Dios, (2)
Él me conduce, no temo. Me acompaña al
caminar
Aunque perdido yo vaya por las calles,
Sin encontrar amor y amistad.
Sin encontrar amor y amistad.
Aunque yo inquieto me mueva todo el día,
Sin encontrar la paz del corazón.
Sin encontrar la paz del corazón.
Aunque las fuerzas me falten en la vida,
Y la ilusión se apague frente a mí.
Y la ilusión se apague frente a mí.
Aunque el camino se oculte en
las tinieblas. Aunque no vea tu sombra avanzar.