REZA Y COMPARTE
DIOS LE ACREDITÓ
GUÍA
DE ORACIÓN 26-04-20
GUÍA:
Dios Padre acreditó a Jesús con milagros y signos. En tu presencia
hacemos nuestra oración. Te presentamos los pensamientos, palabras y obras,
para que con tu gracia se conviertan en clara presencia de tu amor. Que te
manifiestes y nos conviertas en
instrumentos de misericordia. SILENCIO
DE RECONOCIMIENTO, DE ADMIRACIÓN, DE ESPERANZA.
EL día de Pentecostés Pedro,
poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad
declaró:
«Judíos y vecinos todos de Jerusalén,
enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras.
A Jesús el Nazareno, varón acreditado
por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó
por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al
plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz
por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores
de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio,
pues David dice, refiriéndose a él:
“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile. Por eso se me alegró el
corazón, exultó mi lengua, y hasta mi
carne descansará esperanzada. Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción. Me has enseñado senderos de
vida, me saciarás de gozo con tu rostro”.
Hermanos, permitidme hablaros con
franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre
nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había
jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo,
habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el
lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”. A este
Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de
Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha
derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».
GUÍA: Dios le acredita con signos y milagros. Jesús
elevado en la cruz y elevado en la resurrección. Su vida nos eleva. Él recibe el Espíritu de Dios y lo derrama sobre los discípulos y
sobre nosotros. Esto es lo que estáis viendo, dice Pedro. Lo vemos y aclamamos
su gloria, por el poder de Dios.
Sintamos su acción y dispongamos el corazón para la transformación que él quiere. SILENCIO DE ACEPTACIÓN, DE FE Y DE CAMBIO.
De la primera carta del apóstol san
Pedro (1,17-21):
QUERIDOS
hermanos: Puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las
obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra
peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta
inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o
plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin
mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los
últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó
de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra
esperanza estén puestas en Dios.
GUÍA: Os rescataron de vuestro inútil
proceder, con la sangre de Cristo. Por él hemos sido liberados, por él ponemos
en el Padre nuestra fe y nuestra esperanza. El Padre juzga a cada unos según
sus obras, sin parcialidad. Visualizamos
nuestro ser rescatados,
liberados, amados por Jesucristo. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, DE PETICIÓN
Y CONFIANZA.
Del santo evangelio según san Lucas
(24,13-35):
AQUEL mismo día (el primero de la
semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada
Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre ellos de todo
lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se
acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo.
Él les dijo: «¿Qué conversación es
esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire
entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en
Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo: «¿Qué?».
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el
Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante
todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para
que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba
a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que
esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo
encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición
de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer
lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y
entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo
por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las
Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde
iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron,
diciendo:
«Quédate con nosotros, porque
atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos.
Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y
se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro: «¿No
ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y
se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había
pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
GUÍA: ¿No
sabes lo que ha pasado, dicen los de Emaús a Jesús? . Y él les explica las
Escrituras. Estaba predicho lo que sucedería al Mesías. También hoy Jesús nos
explica las escrituras. Hace que le conozcamos al partir el Pan. Acogemos su manifestación y nos dejamos
deslumbrar por so presencia. SILENCIO DE
ADMIRACIÓN, ILUMINACIÓN, AMOR RENOVADO.
RECOGEMOS LA ORACIÓN: UNA FRASE NOS AYUDA A RECORDAR.
ADORACIÓN, CONFIANZA, ILUMINACIÓN, AGRADECIMIENTO.
INVOCAMOS A MARÍA, NUESTRA MADRE, MUJER DE ESPERANZA.
NOS DIRIGIMOS AL PADRE, CON JESÚS Y DECIMOS: PADRE NUESTRO.
CANTAMOS:
Aleluya, Aleluya, Aleluya,/Aleluya,
Aleluya, Aleluya.
Por que Cristo nuestro hermano,/ha
resucitado, María alégrate.
Por que Cristo nuestro hermano,/ha
resucitado, María alégrate.
Por que Cristo nuestro hermano,/nos
ha redimido, María alégrate.
Por que Cristo nuestro hermano,/nos
ha redimido, María alégrate.
Por que en Cristo nuestro hermano,/hemos
renacido, María alégrate.
Porque en Cristo, nuestro hermano,/todos
somos hijos, María alégrate.
Porque en Cristo, nuestro hermano, todos
somos hijos, María alégrate.