GUÍA: Vamos a nuestro interior. Repasamos esta
semana de Pascua en nuestra vida. Hemos constatado la resurrección de Jesús a
través de la Palabra de Dios. Se apareció a los discípulos, Pedro anuncia a
Jesús triunfador de la muerte. Los creyentes van formando la comunidad. ¿Cómo
nos encontramos en ese ambiente? ¿Vamos siendo de los creyentes?. Dejemos ante
Dios Padre, nuestro ser y recibamos su amor misericordioso. SILENCIO FILIAL,
CREYENTE Y AGRADECIDO.
Del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27b-32.40b-41):
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a
los apóstoles y les dijo: «¿No os hablamos prohibido formalmente enseñar en
nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y
queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a
Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios
lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión
con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu
Santo, que Dios da a los que le obedecen.»
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de
Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber
merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.
GUÍA: La fe crece en el pueblo. Los apóstoles se
estabilizan y con la fuerza del Espíritu se manifiestan testigos de la
exaltación de Jesús por el Padre. Nuestro lugar está ahí, en aquella primera
comunidad de creyentes. Contemplemos la situación de los apóstoles y también de
los que van con ellos. Avivemos nuestra fe. Jesús está presente en tanta lucha
y tanto valor. Veamos ¿Cómo reaccionamos? SILENCIO
CREYENTE, QUE RENUEVA LA FE.
Del libro del Apocalipsis (5,11-14):
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos
ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de
los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la
alabanza.» Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo
la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos, que decían: «Al que se sienta
en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los
siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los
ancianos se postraron rindiendo homenaje.
GUÍA: Es una declaración de fe y de adoración: «Al que se sienta en el trono y
al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los
siglos.” EN SILENCIO NOS UNIMOS A TODAS
LA CRIATURAS EN LA PROCLAMACIÓN DE GLORIA A DIOS.
Del santo evangelio según san Juan (21,1-19):
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a
los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de
Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros
contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no
cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la
barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla,
por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a
Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba
desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron
en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando
la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto
encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis
de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la
orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran
tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca,
toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que
Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de
Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de
Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por
tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que
te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo
aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero,
cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no
quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
GUÍA: En la aparición de Jesús, come con ellos,
pregunta a Pedro si le ama, Pedro confirma su amor. Jesús le confirma en su
liderazgo y le dice sígueme. La pregunta de Jesús viene hecha también a cada uno de nosotros ¿Me amas? Demos
nuestra respuesta. SILENCIO Y RESPUESTA
A JESÚS
PRESENTEMOS NUESTRA ORACIÓN AL PADRE.
PETICIONES
PADRE NUESTRO
confiando en nuestro Padre
Dios.
Resucitó, resucitó,
resucitó, ¡Aleluya!
Aleluya, aleluya,
aleluya, ¡Resucitó!
La muerte,
dónde está la muerte,
dónde está mi muerte,
dónde su victoria.
ESTRIBILLO.
Gracias,
sean dadas al Padre,
que nos pasó a Su Reino,
donde se vive de Amor.
ESTRIBILLO.
Alegría,
alegría, hermanos,
que si hoy nos queremos,
es que Resucitó.
ESTRIBILLO.
Si con Él morimos,
con Él vivimos,
con Él cantamos:
¡Aleluya!
ESTRIBILLO.
(2 veces).