ORACIÓN 28-06-15
GUÍA: Ha pasado una semana. Queremos
recogernos en nosotros mismos. Admiramos
a Dios, Señor de todas las cosas y Creador del universo. El silencio de nuevo
nos hace espacio para reconocerle en nosotros y en nuestra vida. Levantamos
nuestra mirada hacia Él, nos sentimos mirados y queridos por él. Repasamos la
semana. Vemos lo bueno que ha sucedido en nosotros y a nuestro alrededor. Damos
gracias. Quizás hemos fallado en algo. Nos abrimos al perdón. En silencio
dejamos que estas frases se vayan desgranando y realizando en nosotros.
Del libro de la Sabiduría
(1,13-15;2,23-24):
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y los de su partido pasarán por ella.
GUÍA: ¿Qué nos ha dicho la lectura?
Qué sentimientos se han producido en nosotros? Dios hizo al hombre y la mujer para
la inmortalidad. Lo hizo a imagen de su propio ser. La justicia es inmortal.
Son frases que nos levantan el ánimo y confortan el espíritu para confiar en
quien nos cuida y quiere a su imagen. ¿Nos vemos como reflejo del Dios Padre
que nos creó?. Es un don pero también tarea. Veamos cómo llevarla a cabo.
De la segunda
carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,7.9.13-15):
Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.»
Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.»
GUÍA: Sobresalís en todo: en la fe,
en la palabra, en el conocimiento…Una alabanza grande para los corintios. ¿También
pueden ser para nosotros? Dejemos que la Palabra nos descubra los momentos en
que es verdad y cuándo nos quedamos un poco escasos. Pedimos al Espíritu Santo
que nos ayude a crecer como cristianos y como hijos de un Padre que nos ama y
quiere que seamos buenos hijos y hermanos.
Del santo Evangelio según san
Marcos (5,21-43):
En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda, su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio le la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).»
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años–. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda, su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio le la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).»
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años–. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
GUÍA: Nos imaginamos la escena. La
mujer deseosa de la curación y al jefe de la sinagoga que tiene fe en que Jesús
puede curar a su hija. Sentimientos de necesidad
y de fe. Y esto produce la curación. Depende de la intensidad de la fe. Jesús
dice: Basta que tengas fe. Y a la mujer: Hija tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud. En nuestra vida hay situaciones de necesidad y
de fe. Presentémoslas a Jesús, con gran fe e intensidad. Silencio creyente.
PRESENTAMOS nuestra vida al Señor y la vida del mundo. Confiamos en Él.
COMENTAMOS algo que nos ha hecho bien.
Unidos
a Jesús decimos con toda la humanidad, decimos PADRE NUESTRO
MADRE DE LOS CREYENTES
QUE
SIEMPRE FUISTE FIEL.
DANOS TU CONFIANZA,
DANOS TU FE.
DANOS TU CONFIANZA,
DANOS TU FE.
1. Pasaste por el mundo en medio de
tinieblas
sufriendo a cada paso la noche de la fe.
Sintiendo cada día la espada del silencio,a oscuras padeciste el riesgo de creer.
2. La fe por el desierto a lomos de un
asnillo,
la
fe cuando en las bodas Jesús se hizo esperar,la fe cuando pensaron que el Hijo estaba loco,
la fe sobre el calvario al borde de acabar.
Pedimos a María que nos
acompañe en la fe.
¿Sobresalís en la fe y en el amor? Una pregunta que necesita respuesta y oracjión. Buena semana
ResponderEliminar" El silencio de nuevo nos hace espacio para reconocerle en nosotros y en nuestra vida." Que disfrutemos de su presencia, su amor de Padre. A lo largo del día podemos hacerle presente en ese espacio interior y adorarle en la inmensidad del universo y de todos los hombres y mujeres de nuestra tierra.
ResponderEliminar"Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser;"La justicia es inmortal. Triunfará sobre el mal.Que seamos colaboradores del bien en nuestra tierra y a nuestro alrededor. El ansia de inmortalidad del hombre nos lleva al ser de Dios que guarda a sus criaturas, ¿verdad?
ResponderEliminarSan Pedro y San Pablo nos enseñan un camino de apóstoles. Hoy los necesitamos. Que el Señor nos dé la fortaleza para seguir adelante cada día.
ResponderEliminar"Dios hizo al hombre y la mujer para la inmortalidad. Lo hizo a imagen de su propio ser" Nos produce alegría el deseo de inmortalidad. Muchos sueñan con él. la Palabra de Dios nos dice que fuimos hechos para la inmortalidad. Confiamos, y nos mantenemos en ella. A imagen de Dios. Gracias por existir y ser amados por Él.
ResponderEliminar«¿Quién me ha tocado el manto?»Quizás también nosotros hemos tocado su manto, hemos creído, hemos expuesto nuestra situación. ¿Qué le respondemos?
ResponderEliminar"la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).»Con fe podemos decir también: levántate. Cuántas veces tenemos ganas de decir eso y que se haga. El Señor es capaz de hacerlo. digámoslo con frecuencia y con fe.
ResponderEliminar"Jesús dice: Basta que tengas fe. Y a la mujer: Hija tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud". A nuestra palabras, nuestras peticiones, nuestras necesidades, Jesús acompaña con su palabra y a nosotros se son pide fe. Él sigue acompañando, estando presente. Imaginemos a Jesús en nuestras calles, nuestras plazas, fuera o dentro.
ResponderEliminar"¿Nos vemos como reflejo del Dios Padre que nos creó?. Es un don pero también tarea. Veamos cómo llevarla a cabo". En la oración vernos como reflejo de Dios que nos creó es bonito y nos impulsa a sentimientos de confianza y agradecimiento. Podemos compartir el día viviendo y sintiéndonos bien en los brazos de Dios.
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