viernes, 26 de junio de 2015

ORACIÓN 10-05-15

GUÍA: Vamos a     hacer nuestra oración. Hacemos silencio en nuestro interior. Pedimos al Espíritu Santo nos acompañe y enseñe a acoger la Palabra de Dios. María, la que acogió al Espíritu en sí misma, nos enseña a acogerle en su palabra. Agradecemos la semana que hemos pasado y vemos en qué reconocemos  la actuación de Dios en nosotros. Ahora leemos el pasaje y dejamos espacio a Dios en nuestro interior.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48):

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como tú.»
Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.»
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

GUÍA: En el silencio de nuestro corazón dejamos que vayan resonando las palabras de la lectura. Cada uno recibe el Espíritu según su fe, su atención a la gracia y según el don de Dios. Dios no hace distinción de personas, nos dice Pedro.  Sintamos el don de Dios para nosotros, para cada uno de los que participamos en este encuentro. Su don y su amor es personal y quiere llenarnos de su Espíritu. En silencio, unidos a aquella comunidad y a la que formamos nosotros, acojamos la Palabra y el don del Espíritu Santo. Sintamos su empuje para la fe y el compromiso.

De la primera carta del apóstol san Juan (4,7-10):

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

GUÍA: El que ama es de Dios, nos dice Juan. Dios nos amó primero. Profundicemos, y saboreemos el significado de estas palabras. Ahí en el silencio interior reconocemos el amor de Dios que nos dio la vida sin que la pidiéramos, que va por delante en nuestro camino. Que nos entrega a su Hijo, Jesucristo. Que se hace Pan para nosotros. Pedimos que nos enseñe a amar.

Del santo evangelio según san Juan (15,9-17):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

GUÍA: El Evangelio sigue explicándonos cómo nos ama, cómo quiere que le amemos. Permaneceréis en mi amor si guardáis mis mandamientos. ¿Qué hay de todo esto en la vida de cada uno de nosotros?  Se hace realidad en nuestro quehacer diario?. Haciéndolo nuestra alegría llegará a plenitud, dice Jesús. En silencio veamos el camino que es Jesús mismo.
María, la madre de Jesús, nos acompaña. Ella nos enseña a amar, a perdonar, a ser solidarios, a proclamar la grandeza de Dios en nuestra vida.

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PETICIONES CONFIADAS: Presentamos al Padre por medio de María y de Jesús, su Hijo, todo lo que nos preocupa, nuestras esperanzas y miedos. Pedimos su fortaleza al Espíritu.

PADRE NUESTRO: Nos unimos a todos los cristianos con la oración de Jesús.

CANTAMOS a María nuestra madre: Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás, contigo por el camino, Santa María va./Ven con nosotros a caminar, Santa María, ven. (bis) / Aunque digan algunos que nada puede cambiar, lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad. Ven./ Si por el mundo los hombres sin conocerse van, no niegues nunca tu mano al que contigo está./ Ven con. Aunque parezcan tus  pasos  inútil caminar, tú vas haciendo camino, otros los seguirán. Ven



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