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viernes, 25 de mayo de 2018

SANTA TRINIDAD



SANTA TRINIDAD

GUÍA DE ORACIÓN 27-05-18

GUÍA: Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama ¡Abba! Padre. Ésta es la antífona de la comunión. Queremos dejarnos envolver por ella y sentir su realidad en nosotros. El Padre envía al Espíritu  de su Hijo que nos hace hijos y nos hace hermanos. Lo acogemos, clamamos junto con él ¡Padre!. Nos sentimos hijos. SILENCIO DE ACOGIDA, VERDAD Y PRESENCIA

Primera lectura: Dt 4,32-34.39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

 GUÍA: Reconoce en tu corazón que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo y aquí  abajo en la tierra. No hay otro. Guarda los mandamientos para que seas feliz. Dios quiere su lugar en nuestro corazón y en nuestra vida. ¿Le dejamos espacio  en nosotros, en nuestra familia, nuestros compromisos, nuestro pensar y actuar? Él salvó a su pueblo  y sigue salvándonos hoy. Confiamos.  SILENCIO DE RECONOCIMIENTO, DE RECIBIR AL PADRE, A JESÚS NUESTRO HERMANO Y AL  ESPÍRITU

Salmo responsorial: 32

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

GUÍA: el Salmo 32 nos presenta a Dios, visto por el salmista. Su  palabra dirige sus acciones, hace el cielo y cuanto depende de ella. Mira a sus fieles y nosotros aguardamos su misericordia. Repetimos en distintos momentos una estrofa o frase y acogemos su amor misericordioso.

Segunda lectura: Rm 8,14-17

Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

GUÍA: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Si somos hijos, todos somos hermanos, no sometidos por otro  sino libres. Dejemos que el Espíritu nos haga hijos y hermanos entre nosotros, liberándonos unos a otros en torno al mismo padre. Gocemos de esta filiación y fraternidad en la presencia de Dios. SILENCIO DE FILIACIÓN, DE FRATERNIDAD, DE LIBERACIÓN

Evangelio: Mt 28,16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» 
GUÍA: Al verlo, ellos se postraron pero algunos dudaban. Es posible que sea nuestra situación. Admiramos a Jesús y escuchamos:  Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Avivemos la fe,  descubramos su presencia en nosotros y en la vida. Confiemos en Jesús y en el Espíritu. Sintámonos favorecidos por esta realidad de la Santa Trinidad. SILENCIO DE GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO, ADORAMOS, AMAMOS

RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN

ADORAMOS, AGRADECEMOS, PEDIMOS, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA, AUXILIADORA NUESTRA Y DE LA HUMANIDAD

NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON JESÚS Y CON TODA LA FAMILIA HUMANA: PADRE NUESTRO

CANTAMOS

/ Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria al Padre. / (2)
/ A Él le sea la gloria. / (2)
/ ¡Aleluya! Amén. / (4)

/ Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria al Hijo. / (2)
/ A Él le sea la gloria. / (2)
/ ¡Aleluya! Amén. / (4)

/ Gloria a Dios, Gloria a Dios, Espíritu Santo. / (2)
/ A Él le sea la gloria. / (2)
/ ¡Aleluya! Amén. / (4)


viernes, 20 de mayo de 2016

SANTÍSIMA TRINIDAD

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SANTÍSIMA TRINIDAD 22-05-16
GUÍA DE ORACIÓN 



GUÍA: Fiesta de la Santísima Trinidad. La Iglesia honra al Padre, al Hijo y  al Espíritu Santo. En nuestra oración, nos abrimos a la Trinidad que nos llena de su amor. Ahí en el silencio, la reconocemos presente en nosotros, en la vida, en el universo. Padre, estamos aquí, en tu presencia. Eres la energía que da poder a nuestras vidas y las une a tu acción creadora. Queremos acogerte y vivir en el inmenso mar de tu ser. Jesús, Hijo de Dios, encarnado en un cuerpo como el nuestro, muerto por nosotros  y resucitado por el Padre. Eres la cabeza de la Iglesia, sigues glorificando al Padre y amando a los hombres y mujeres del mundo. Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, Amor del Padre y del Hijo. En vuestra presencia os adoramos, os damos gracias por vuestra vida y por la nuestra. SILENCIO QUE PROFUNDIZA CADA FRASE Y LA HACE REALIDAD.

Del libro de los Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios: «El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.»

GUÍA: Un canto a la sabiduría de Dios. Releamos el texto. Repitamos varias veces las frases que más nos estimulan y nos trasladan a la grandeza de Dios. Imaginemos su belleza. Dios creador y que hoy sigue actuando como belleza, sabiduría y también en la debilidad de la persona humana. Dios Uno y Trino en quien vivimos, nos movemos y existimos. SILENCIO DE PRESENCIA, DE BELLEZA DE FIDELIDAD.

De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

GUÍA: La experiencia de San Pablo nos enriquece. Hemos recibido la justificación, por la fe en Jesús. El Padre nos acoge, derrama el Espíritu Santo, en nuestros corazones. Creemos con Pablo esta realidad que nos da la fe. La intuimos y la saboreamos. Contemplamos la presencia de Dios en todo el mundo. SILENCIO CONTEMPLATIVO, ADORADOR Y AGRADECIDO.

Del santo evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.

GUÍA: También el Evangelio habla del Padre, del Hijo y del Espíritu. Nos ayuda a profundizar sus funciones. Jesús nos ha hablado del Padre y del Espíritu. Los tres están presentes en nuestra vida interior y nos perfeccionan en la fe. Gracias, Jesús por tu palabra y por acercarnos al Padre y al Espíritu. SILENCIO DE ACOGIDA, DE HIJOS, DE AMOR.

PRESENTAMOS la oración al Señor.

AGRADECEMOS….COMPROMISO

PADRE NUESTRO  con toda la humanidad

PEDIMOS A MARÍA…

CANTAMOS

Gloria a Dios, gloria a Dios, gloria al Padre. (2)
A El que sea la gloria. (2)
Aleluya, amén. (2)
Gloria a Dios, gloria a Dios, gloria al Hijo. (2)
A El que sea la gloria. (2)
Aleluya, amén. (2)
Gloria a Dios, gloria a Dios, gloria al Espíritu. (2)

A El que sea la gloria. (2)
Aleluya, amén. (2)