El catecismo nos presenta las apariciones de Jesús Resucitado. Las citas se pueden confrontar y leer sobre los textos.
Al repasar estos puntos afianzas tu fe en la resurrección.
Las apariciones del
Resucitado
641 María Magdalena y las
santas mujeres, que venían de embalsamar el cuerpo de Jesús
(Cf. Mc 16,1; Lc 24, 1)
enterrado aprisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del
Sábado (Cf. Jn 19, 31. 42)
fueron las primeras en encontrar al Resucitado (Cf. Mt 28, 9-
10;Jn 20, 11-18). Así las
mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de
Cristo para los propios
Apóstoles (Cf. Lc 24, 9-10). Jesús se apareció enseguida a ellos,
primero a Pedro, después a
los Doce (Cf. 1 Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a
sus hermanos (Cf. Lc 22,
31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su
testimonio es sobre el que
la comunidad exclama: "¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se
ha aparecido a
Simón!" (Lc 24, 34).
642 Todo lo que sucedió en
estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los
Apóstoles - y a Pedro en
particular - en la construcción de la era nueva que comenzó en la
mañana de Pascua. Como
testigos del Resucitado, los apóstoles son las piedras de
fundación de su Iglesia.
La fe de la primera comunidad de creyentes se funda en el
testimonio de hombres
concretos, conocidos de los cristianos y, para la mayoría, viviendo
entre ellos todavía. Estos
"testigos de la Resurrección de Cristo" (Cf. Hch 1, 22) son ante
todo Pedro y los Doce,
pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de
quinientas personas a las
que se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de
todos los apóstoles (Cf. 1
Co 15, 4-8).
orden físico, y no
reconocerlo como un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe
de los discípulos fue
sometida a la prueba radical de la pasión y de la muerte en cruz de su
Maestro, anunciada por él
de antemano(Cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la
pasión fue tan grande que
los discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan
pronto en la noticia de la
resurrección. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad
arrobada por una
exaltación mística, los evangelios nos presentan a los discípulos abatidos
("la cara
sombría": Lc 24, 17) y asustados (Cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a
las santas
mujeres que regresaban del
sepulcro y "sus palabras les parecían como desatinos" (Lc 24,
11; Cf. Mc 16, 11. 13).
Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua "les
echó en cara su
incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le
644 Tan imposible les
parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús
resucitado, los discípulos
dudan todavía (Cf. Lc 24, 38): creen ver un espíritu (Cf. Lc 24,
39). "No acaban de
creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lc 24, 41). Tomás
conocerá la misma prueba
de la duda (Cf. Jn 20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea
referida por Mateo,
"algunos sin embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis
según
la cual la resurrección
habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los
apóstoles no tiene
consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació - bajo la
acción de la gracia divina
- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.
Reflexionamos y nos ponemos ante Jesús resucitado para visualizarle, dejarnos mirar por él y escuchar su palabra que como a los discípulos, nos dice: ¡Paz a vosotros!.
Su paz se derrama en cada uno de los creyentes y recrea su interior.
Reflexionamos y nos ponemos ante Jesús resucitado para visualizarle, dejarnos mirar por él y escuchar su palabra que como a los discípulos, nos dice: ¡Paz a vosotros!.
Su paz se derrama en cada uno de los creyentes y recrea su interior.