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viernes, 7 de junio de 2019

VEN ESPÍRITU DIVINO



REZA Y COMPARTE

VEN ESPÍRITU DIVINO

GUÍA DE ORACIÓN 09-06-2019

GUÍA: Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Nos abrimos a tu luz, a tu amor. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido. Luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo.
Estamos aquí, somos tu templo. Tú, huésped, del alma. Te acogemos, fortalécenos. SILENCIO DE PRESENCIA, DE ACOGIDA, DE LUZ.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11):

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:
«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».
GUÍA: Se llenaron todos del Espíritu santo. El hecho nos admira y entusiasma. El Espíritu llega para todos, si se abre el corazón y la mente para recibirle. Entonces hubo consciencia de su venida, se da la comunicación con todos los presentes, cada uno los oye en su propia lengua. Los encontró dispuestos a recibir la buena Noticia. Ahora nos toca a nosotros estar abiertos, recibirlo. ¿Nos consideramos agraciados por ese don? ¡Espíritu Santo ven! SILENCIO DE APERTURA, DE ENCUENTRO, DE  ENTREGA.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,3b-7.12-13):

HERMANOS:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
GUÍA: Nadie puede decir Jesús es Señor, sino por el Espíritu Santo. Toda fe y confianza vienen del Espíritu y llenan el corazón creyente. Acogemos su presencia, sentimos su fortaleza, su unión con Jesús salvador y con los hermanos salvados. SILENCIO DE VERDAD, DE PRESENCIA, DE UNIÓN
Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequia,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.


Del santo evangelio según san Juan (20,19-23):

AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

GUÍA: ¡Paz a vosotros! …y se llenaron de alegría. Recibimos la paz de Jesús. Una paz que facilita la convivencia y la unión en los corazones. Descubrimos la unión a nuestro alrededor, en los grupos humanos, en la Iglesia, en la sociedad. La pedimos para todos. Tocados por el Espíritu, recibimos el soplo de Espíritu de Jesús. También somos enviados por Jesús y por el Padre a nuestra misión y tarea. SILENCIO DE PAZ, DE UNIFICACIÓN, DE ENVÍO.

RECOGEMOS NUESTROS SENTIMIENTOS Y ORACIÓN. Una frase ayuda.

CONFIAMOS, AMAMOS, DAMOS GRACIAS, PROPONEMOS.

RECONOCEMOS AL PADRE DIOS: PADRE NUESTRO.

INVOCAMOS A MARÍA, MADRE Y AUXILIADORA.

CANTAMOS
¡Espíritu Santo ven!
.


viernes, 26 de abril de 2019

DIVINA MISERICORDIA


REZA Y COMPARTE

DIVINA MISERICORDIA

GUÍA DE ORACIÓN  28-04-19

GUÍA: Tiempo de Pascua, de encuentro, de resurrección, de misericordia. Los apóstoles iban cimentando su fe. Los creyentes hemos de cimentarla, asegurarla en Jesús resucitado y salvador. Creer en Jesús. Esperar  en su venida, ser testigos del  amor que él nos dio y del que quiere seguir dando por medio de nosotros, en forma de amor y de misericordia. Aquí estamos, Señor. Conduce nuestra oración. SILENCIO DE ACOGIDA, DE FE Y CONFIANZA.

Del libro de los Hechos de los apóstoles (5,12-16):

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

GUÍA:  Se realizan muchos signos y prodigios por parte de los apóstoles. Vemos aquellas curaciones, el número de los creyentes crecía. Han llegado hasta el día de hoy. Dejamos que Jesús cale en nuestro espíritu y nuestra fe se robustezca. Somos eslabones de la gran cadena de Jesús. Estamos llamados/as a permanecer en ella y transmitir el tesoro de la fe a las generaciones venideras. SILENCIO DE ADMIRACIÓN, DE FE, DE APERTURA.

Del libro del Apocalipsis (1,9-11a.12-13.17-19):

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»

GUÍA: No temas: Yo soy el primero y el último, el viviente…vivo por los siglos. Oímos estas palabras del Hijo del hombre. Arrojemos el temor, acojamos la presencia de Jesús y su vida. Abrimos el oído y el corazón para aceptar al viviente, triunfador del pecado y de la muerte, dador de misericordia. Supera, Jesús la miseria humana por tu misericordia. Camina con nosotros en la libertad y en el amor. SILENCIO DE ACOGIDA, CONFIANZA, AMOR

  Del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

GUÍA: Jesús se aparece a los discípulos. Los saluda con la paz y los envía. Nos disponemos a recibir al Espíritu y a participar en el envío, mensajeros de su paz y misericordia. Con Tomás decimos: Señor mío y Dios mío. Confiamos en ti. SILENCIO DE ENCUENTRO, DE ADMIRACIÓN Y DE COMPARTIR.

RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN, LA PRESENTAMOS EN UNA FRASE Y LA REPETIMOS A LO LARGO DEL DÍA.

CONTEMPLAMOS, AGRADECEMOS, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA, MADRE DE ORACIÓN

NOS DIRIGIMOS AL PADRE Y AL ESPÍRITU CON LAS PALABRAS DE JESÚS: PADRE NUESTRO

CANTAMOS

Cristo nos da la libertad (Erdozaín)

Cristo nos da la libertad,
Cristo nos da la salvación,
Cristo nos da la esperanza,
Cristo nos da el amor.

Cuando luche por la paz y la verdad, la encontraré;
cuando cargue con la cruz de los demás, me salvaré.
Dame, Señor, tu palabra;
oye, Señor, mi oración.

 
Cuando sepa perdonar de corazón, tendré perdón;
cuando siga los caminos del amor, veré al Señor.
Dame, Señor, tu palabra;
oye, Señor, mi oración.

Cuando siembre la alegría y la amistad, vendrá el Amor;
cuando viva en comunión con los demás, seré de Dios.
Dame, Señor, tu palabra;
oye, Señor, mi oración.