jueves, 23 de agosto de 2018

¡BUENO ES EL SEÑOR!



REZA Y COMPARTE

¡BUENO ES EL SEÑOR!


 GUÍA DE ORACIÓN 19-08-18
GUÍA: Qué bueno es el Señor, dice el Salmo  Responsorial de hoy. Estamos en medio de las cosas, de las personas, y nuestra morada se alza a Dios para reconocer la bondad. Nos alegramos en su bondad, en su perdón y su espíritu para iluminar nuestra oración. SILENCIO DE RECONOCIMIENTO, PERDÓN, PRESENCIA

Del libro de los Proverbios (9,1-6):

La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia."»

GUÍA: La sabiduría se ha construido una casa.  Sentimos, que la sabiduría de Dios va construyendo paso a paso su morada en nosotros. Él enseña a los inexpertos. Venid y comed mi pan. Dejad toda inexperiencia y seguid el camino de la prudencia . Confiamos en ese pan, esa sabiduría que nos conduce por los caminos de Dios. SILENCIO DE CERCANÍA, ACEPTACIÓN, CONFIANZA.

De la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,15-20):

Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

GUÍA: No seáis insensatos… aprovechad  la ocasión. Toda ocasión es un reto para escoger el bien. Que el Espíritu encauce nuestros corazones en esa elección, para gloria del Padre Dios. Que el pan de Dios, Jesús, nos fortalezca en el bien. SILENCIO DE ESCUCHA, DE ESPERANZA, DE BÚSQUEDA.

Del santo evangelio según san Juan (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»

GUÍA: Yo soy el pan vivo…quien come de este pan, vivirá para siempre. Jesús se siente pan para el mundo.  Como yo vivo por el Padre, el que me come vivirá por mí. La fe nos lleva a compartir el pan y vivir la vida de resurrección. Guardamos , como María, la Palabra y la recreamos en nosotros. SILENCIO DE FE, DE RECONOCIMIENTO  Y DE  VIVENCIA DE LA PALABRA.

SINTETIZAMOS NUESTRA ORACIÓN, UNA FRASE.

ADORAMOS, AMAMOS, AGRADECEMOS.

INVOCAMOS A MARÍA, QUE GUARDÓ LA PALABRA.

NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON JESÚS: PADRE NUESTRO

CANTAMOS

Donde reina la verdad,
donde existe la verdad,
donde hay paz,
esta presente el Señor.
Porque Dios es la verdad,
porque Dios es libertad,
porque Dios es
justicia y amor.
Dios nos convoca en el amor.
Dios nos reúne en el amor
porque Dios es amor, es amor.
Vino a nosotros en el amor,
vive en la tierra en el amor,
porque Dios es amor, es amor.
Él nos conduce en el amor,
a un mundo nuevo en el amor,
porque Dios es amor, es amor.



sábado, 4 de agosto de 2018

PAN DEL CIELO

REZA Y COMPARTE

PAN DEL CIELO

GUÍA DE ORACIÓN 05-08-18

GUÍA: Camino de la vida y pan del cielo. Dos puntos para tener presentes en nuestra oración. El silencio nos muestra ese camino que recorremos cada día. Somos peregrinos hacia la nueva ciudad. Imaginamos nuestra marcha y oramos como caminantes necesitados. ¿Cuáles son nuestras necesidades, nuestras peticiones? Pan para la tierra y del cielo. Jesús, ven con nosotros y danos tu pan. SILENCIO DE CAMINANTES, DE CONFIANZA, ACOGIDA DE JESÚS PAN DEL CIELO.


 Lectura del libro del Éxodo (16,2-4.12-15):

En aquellos días, en el desierto, comenzaron todos a murmurar contra Moisés y Aarón, y les decían: «¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos hasta hartarnos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a todos de hambre.»
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Voy a hacer que os llueva comida del cielo. La gente saldrá a diario a recoger únicamente lo necesario para el día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no.»
Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo: «He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: "Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios."»
Aquella misma tarde llegaron codornices, las cuales llenaron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto.
Los israelitas, no sabiendo qué era aquello, al verlo se decían unos a otros: «¿Y esto qué es?»
Moisés les dijo: «Éste es el pan que el Señor os da como alimento.»
GUÍA: No andéis como los gentiles, en la vaciedad. Tiene algo que ver con nuestra situación. ¿Vaciedad, sin sentido? Renovaos en la mente y en el espíritu. Revestíos de la nueva condición humana, a imagen de Dios.
Acogemos estas palabras y hacemos ejercicio de justicia y santidad verdaderas. Dios es quien nos transforma, según Cristo Jesús. SILENCIO DE INTERIORIZACIÓN, DE PRESENCIA, DE APERTURA A DIOS.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,17.20-24):

En el nombre del Señor os digo y encargo que no viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos pensamientos. Pero vosotros no conocisteis a Cristo para vivir de ese modo, si es que realmente oísteis acerca de él; esto es, si de Jesús aprendisteis en qué consiste la verdad. En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta y pura, fundada en la verdad.

GUÍA: El pueblo se quejaba de hambre. Dios le dice a Moisés, que hará llover pan del cielo. Saciará su hambre. Nuestras quejas llegan al Señor. ¿Cuáles son nuestras quejas? Presentémoslas con humildad, confianza, constancia.
El pan de Jesús nos sacia para la vida eterna. SILENCIO DE CONFIANZA, PETICIÓN, ACEPTACIÓN

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,24-35):

En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: "Dios les dio a comer pan del cielo."»
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.»
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»
GUÍA: Pan de vida eterna. Trabajad por este pan de  vida. Mi Padre os dará el verdadero pan del cielo. Cuánta hambre física, y también espiritual. Presentémosla al Padre. Recibamos y agradezcamos su pan material y el pan del cielo, Jesús.
No malgastemos ni uno ni otro. Yo soy el pan de vida, dice Jesús. ¿Lo recibimos con amor? SILENCIO DE PRESENTACIÓN, DE PETICIÓN, AGRADECIMIENTO.
RECOGEMOS LA ORACIÓN, RECORDAMOS UNA FRASE.
OFRECEMOS, DAMOS GRACIAS, PEDIMOS
HABLAMOS CON EL PADRE, CON LAS PALABRAS DE JESÚS: PADRE NUESTRO
INVOCAMOS A NUESTRA MADRE MARÍA.
CANTAMOS Cuando flaquea mi fe y siento desfallecer 
Cuando no puedo seguir y faltan fuerzas en mi 
Puedo a la mesa venir y puedo el pan compartir 

Coro: Es Jesús el pan de vida el mana de mi desierto, mi energía 
mi sustento es Jesús el pan de vida mi necesidad primera y sin ti 
yo nada fuera porque Jesús es pan de vida eterna 

Cuando flaquea mi fe y siento desfallecer 
Cuando no puedo seguir y faltan fuerzas en mi 
Puedo a la mesa venir y puedo el pan compartir 
( Coro: Repetir 3x)




viernes, 3 de agosto de 2018

PAN PARA TODOS


REZA Y COMPARTE
PAN PARA TODOS
GUÍA DE ORACIÓN 29-07-18
GUÍA: Pan para todos, nos hace pensar en tantos que pasan hambre. Hoy estamos ante esa multitud y nos preguntamos en qué medida aportamos algo para solucionar  esta problema. Una llamada a la solidaridad, el compartir y también a crear situaciones justas de igualdad. En oración, ofrecemos a Jesús nuestras soluciones y le pedimos puedan ser útiles. SILENCIO DE OBSERVACIÓN, RUEGO, OFRENDA.

Lectura del segundo libro de los Reyes (4,42-44):

En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. 
Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman.» 
El criado replicó: «¿Qué hago yo con esto para cien personas?» 
Eliseo insistió: «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.» 
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.

GUÍA: Eliseo recibe pan y manda que se lo den a la gente. Un gesto de compartir. Comerán y se saciarán. Y así sucedió. Hoy pedimos gestos y pedimos abundancia de Dios desde el trabajo del hombre y de la mujer. Transformar la tierra, que esa transformación sea justa y para todos.  Hablamos con el Padre Dios y le pedimos el bien común para toda la tierra. SILENCIO DE CONSCIENCIA, DE BÚSQUEDA DEL BIEN COMÚN.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-6):

Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. 

GUÍA: Prisionero por el Señor. Os ruego que andéis según la vocación a que habéis sido convocados. Pablo se lo dice a los efesios y nos lo dice hoy a los bautizados. Sed humildes y amables. Un Señor que nos une y está sobre todos. ¿Es así en nosotros? El tiempo del Señor y el nuestro, es ahora. Tiempo de ser lo que somos. Cada uno en su tarea, misión y ser. Lo tomamos en serio. SILENCIO DE REFLEXIÓN, DECISIÓN, ENCUENTRO.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,1-15):

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. 
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?» 
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo.» 
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. 
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.» 
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. 
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.» 
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. 
 Subió a la montaña con los discípulos. Ve  a la gente que le sigue y pregunta ¿Cómo daremos de comer a tanta gente? Seguramente oímos esta pregunta y buscamos una respuesta. Entre todos podemos hacer el milagro del compartir. Ponemos nuestros panes y peces. Jesús sacia el hambre. Colabora con nosotros y nosotros con él. ¿Lo hacemos efectivo? SILENCIO DE SOLIDARIDAD, INTERIORIZACIÓN, PRESENCIA.

RECOGEMOS LA ORACIÓN, RECORDAMOS UNA FRASE.

AGRADECEMOS, PEDIMOS, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA NUESTRA MADRE Y DE TODA LA HUMANIDAD

NOS DIRIGIMOA AL PADRE DIOS JUNTO CON JESÚS: PADRE NUESTRO




TU ERES SEÑOR EL PAN
(Aragues)
CORO
 Mi padre es quien os da verdadero Pan del Cielo. 
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Quien come de este Pan, vivirá eternamente. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Aquel que venga a Mi, no padecerá más hambre. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Mi carne es el manjar, y mi sangre es la bebida. Tú eres, Señor, el pan de vida.
El Pan que Yo daré, ha de ser mi propia Carne. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Quien come de mi carne, mora en Mi y Yo en él. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Bebed todos de él, es el Cáliz de mi Sangre. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Yo soy el Pan de Vida, que ha bajado de los cielos. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Si no coméis mi Carne, no tendréis Vida en vosotros. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Si no bebéis mi Sangre, no tendréis Vida en vosotros. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Quien bebe de mi Sangre, tiene ya la Vida eterna. Tú eres, Señor, el pan de vida.
Mi Cuerpo recibid entregado por vosotros. Tú eres, Señor, el pan de vida.
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viernes, 20 de julio de 2018

"LE DIO LÁSTIMA"


REZA Y COMPARTE
GUÍA DE ORACIÓN 22-07-18
GUÍA: Aquí estamos, Señor. Un sitio tranquilo donde tú te manifiestas, nos acompañas y escuchas nuestro corazón. También queremos escucharte y seguir tu voz. Gracias, Padre, por tu presencia y encuentro. Gracias, porque cuidas de tus hijos y los animas en el bien. Con Jesús y con el Espíritu, te alabamos, te adoramos con toda la humanidad. Te necesitamos y damos gracias. SILENCIO DE ENCUENTRO, ESCUCHA Y ALABANZA
Del libro de Jeremías (23,1-6):

Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño –oráculo del Señor–.
Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: «A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia.»

GUÍA: Dispersasteis a mis ovejas. Dios se queja de los pastores que no hacen bien su encargo. El mismo Señor reunirá a las ovejas y no dejará que ninguna se pierda.
Cada persona tiene alguna responsabilidad de los otros. Como a Caín se nos puede  preguntar dónde está tu hermano. Analizamos nuestros comportamientos y actitudes, para cuidar el rebaño de Dios. SILENCIO DE ANÁLISIS Y COMPROMISO.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,13-18):

Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

GUÍA: Estáis en Cristo Jesús. Él ha hecho de dos pueblos,  uno solo. Ha creado un solo hombre nuevo. Nuevo en la paz y en la reconciliación. Podemos acercarnos al Padre con el mismo Espíritu. Hagamos nuestras estas palabras. Que calen en nuestro corazón y sintamos la paz y la cercanía de Dios. SILENCIO DE RECONOCIMIENTO, DE UNIÓN AL PADRE Y DE ACCIÓN DE GRACIAS.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,30-34):

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
GUÍA: Volvieron de sus trabajos de predicación. Jesús invita a los apóstoles a descansar en un lugar tranquilo. Se va con ellos, pero la gente se les adelanta. Y Jesús ve a todos como ovejas sin pastor. Le da lástima.
Si extiende su mirada hoy, ¿qué dirá de nuestro mundo, de  nuestra gente, de nosotros? Hablemos con él y pidamos energía, confianza y fe para compartirla entre todos. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, ESCUCHA Y ENTREGA
SINTETIZAMOS NUESTRA ORACIÓN, UNA FRASE NOS AYUDARÁ.
ESCUCHAMOS, PEDIMOS, OFRECEMOS.
INVOCAMOS A MARÍA, MADRE GENEROSA Y COMPASIVA.
NOS DIRIGIMOS AL PADRE UNIDOS A JESÚS: PADRE NUESTRO
CANTAMOS
El Señor es mi pastor, nada me falta: / en verdes praderas me hace recostar; / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término. R.

martes, 17 de julio de 2018

ALEGRÍA DEL AMOR 14


REZA Y COMPARTE

PAPA FRANCISCO

Capítulo tercero

LA MIRADA PUESTA EN JESÚS: VOCACIÓN DE LA FAMILIA
Semillas del Verbo y situaciones imperfectas
76. «El Evangelio de la familia alimenta también estas semillas que todavía esperan madurar, y tiene que hacerse cargo de los árboles que han perdido vitalidad y necesitan que no se les descuide»[73], de manera que, partiendo del don de Cristo en el sacramento, «sean conducidos pacientemente más allá hasta llegar a un conocimiento más rico y a una integración más plena de este misterio en su vida»[74].

77. Asumiendo la enseñanza bíblica, según la cual todo fue creado por Cristo y para Cristo (cf. Col 1,16), los Padres sinodales recordaron que «el orden de la redención ilumina y cumple el de la creación. El matrimonio natural, por lo tanto, se comprende plenamente a la luz de su cumplimiento sacramental: sólo fijando la mirada en Cristo se conoce profundamente la verdad de las relaciones humanas. “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado [...] Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación” (Gaudium et spes, 22). Resulta particularmente oportuno comprender en clave cristocéntrica [...] el bien de los cónyuges (bonum coniugum[75], que incluye la unidad, la apertura a la vida, la fidelidad y la indisolubilidad, y dentro del matrimonio cristiano también la ayuda mutua en el camino hacia la más plena amistad con el Señor. «El discernimiento de la presencia de los semina Verbi en las otras culturas (cf. Ad gentes divinitus, 11) también se puede aplicar a la realidad matrimonial y familiar. Fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas»[76], aunque tampoco falten las sombras. Podemos decir que «toda persona que quiera traer a este mundo una familia, que enseñe a los niños a alegrarse por cada acción que tenga como propósito vencer el mal —una familia que muestra que el Espíritu está vivo y actuante— encontrará gratitud y estima, no importando el pueblo, o la religión o la región a la que pertenezca»[77].

78. «La mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre (cf. Jn 1,9; Gaudium et spes, 22) inspira el cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio sólo civil o los divorciados vueltos a casar. Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan [...] Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público —y está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas— puede ser vista como una oportunidad para acompañar hacia el sacramento del matrimonio, allí donde sea posible»[78].

79. «Frente a situaciones difíciles y familias heridas, siempre es necesario recordar un principio general: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones” (Familiaris consortio, 84). El grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión. Por lo tanto, al mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición»[79].


80. El matrimonio es en primer lugar una «íntima comunidad conyugal de vida y amor»[80], que constituye un bien para los mismos esposos[81], y la sexualidad «está ordenada al amor conyugal del hombre y la mujer»[82]. Por eso, también «los esposos a los que Dios no ha concedido tener hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente»[83]. No obstante, esta unión está ordenada a la generación «por su propio carácter natural»[84]. El niño que llega «no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento»[85].

 No aparece como el final de un proceso, sino que está presente desde el inicio del amor como una característica esencial que no puede ser negada sin mutilar al mismo amor. Desde el comienzo, el amor rechaza todo impulso de cerrarse en sí mismo, y se abre a una fecundidad que lo prolonga más allá de su propia existencia. Entonces, ningún acto genital de los esposos puede negar este significado[86], aunque por diversas razones no siempre pueda de hecho engendrar una nueva vida.

81. El hijo reclama nacer de ese amor, y no de cualquier manera, ya que él «no es un derecho sino un don»[87], que es «el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres»[88]. Porque «según el orden de la creación, el amor conyugal entre un hombre y una mujer y la transmisión de la vida están ordenados recíprocamente (cf. Gn 1,27-28). De esta manera, el Creador hizo al hombre y a la mujer partícipes de la obra de su creación y, al mismo tiempo, los hizo instrumentos de su amor, confiando a su responsabilidad el futuro de la humanidad a través de la transmisión de la vida humana»[89].
82. Los Padres sinodales han mencionado que «no es difícil constatar que se está difundiendo una mentalidad que reduce la generación de la vida a una variable de los proyectos individuales o de los cónyuges»[90]. La enseñanza de la Iglesia «ayuda a vivir de manera armoniosa y consciente la comunión entre los cónyuges, en todas sus dimensiones, junto a la responsabilidad generativa. Es preciso redescubrir el mensaje de la Encíclica Humanae vitae de Pablo VI, que hace hincapié en la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los métodos de regulación de la natalidad [...] La opción de la adopción y de la acogida expresa una fecundidad particular de la experiencia conyugal»[91]. Con particular gratitud, la Iglesia «sostiene a las familias que acogen, educan y rodean con su afecto a los hijos diversamente hábiles»[92].

83. En este contexto, no puedo dejar de decir que, si la familia es el santuario de la vida, el lugar donde la vida es engendrada y cuidada, constituye una contradicción lacerante que se convierta en el lugar donde la vida es negada y destrozada. Es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser un objeto de dominio de otro ser humano. La familia protege la vida en todas sus etapas y también en su ocaso. Por eso, «a quienes trabajan en las estructuras sanitarias se les recuerda la obligación moral de la objeción de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia no sólo siente la urgencia de afirmar el derecho a la muerte natural, evitando el ensañamiento terapéutico y la eutanasia», sino también «rechaza con firmeza la pena de muerte»[93].
84. Los Padres quisieron enfatizar también que «uno de los desafíos fundamentales frente al que se encuentran las familias de hoy es seguramente el desafío educativo, todavía más arduo y complejo a causa de la realidad cultural actual y de la gran influencia de los medios de comunicación»[94]. «La Iglesia desempeña un rol precioso de apoyo a las familias, partiendo de la iniciación cristiana, a través de comunidades acogedoras»[95]. Pero me parece muy importante recordar que la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la vez que «derecho primario» de los padres[96].

 No es sólo una carga o un peso, sino también un derecho esencial e insustituible que están llamados a defender y que nadie debería pretender quitarles. El Estado ofrece un servicio educativo de manera subsidiaria, acompañando la función indelegable de los padres, que tienen derecho a poder elegir con libertad el tipo de educación —accesible y de calidad— que quieran dar a sus hijos según sus convicciones. La escuela no sustituye a los padres sino que los complementa. Este es un principio básico: «Cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo»[97]. Pero «se ha abierto una brecha entre familia y sociedad, entre familia y escuela, el pacto educativo hoy se ha roto; y así, la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis»[98].
85. La Iglesia está llamada a colaborar, con una acción pastoral adecuada, para que los propios padres puedan cumplir con su misión educativa. Siempre debe hacerlo ayudándoles a valorar su propia función, y a reconocer que quienes han recibido el sacramento del matrimonio se convierten en verdaderos ministros educativos, porque cuando forman a sus hijos edifican la Iglesia[99], y al hacerlo aceptan una vocación que Dios les propone[100].
ACCIÓN:

VER: lo que dice. Entresaca algunas ideas que te gustan y te parecen importantes.

JUZGAR: ¿Qué piensas de ello, y cómo se viven hoy esas ideas o relaciones?
 
ACTUAR: ¿Cómo vivir en la familia el valor del sacramento?

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