viernes, 11 de septiembre de 2015






ORACIÓN  13- 09-15






GUÍA: Buscamos tu rostro, Señor.  Estamos aquí en tu presencia. En nuestro interior estás Tú. En silencio queremos reconocerte. No siempre te vemos pero te esperamos. Hoy queremos ver tus destellos en las situaciones pasadas a lo largo de la semana. Ahora en un tiempo que queremos dedicarte, vemos cómo has ido actuando en nosotros con luces y sombras, con altos y bajos en nuestro amor. Nuestra respuesta en cada momento es buena o no tan buena. Limpia, Señor, nuestro corazón y acompáñanos para estar disponibles a lo que nos vas indicando.

Del libro de Isaías (50,5-9a):

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

GUÍA: El profeta está abatido, perseguido. No se echa atrás. El Señor le ayuda. Sabe que no quedará defraudado. Tiene confianza total. Este texto se aplica a Jesús en su pasión. La confianza también es plena. Puede ser que en alguna ocasión hayamos sentido el dolor en nuestro ser y hayamos confiado. El corazón humano sufre tremendamente en tantas personas. Pongamos nuestra vida en las manos de Dios, el defensor. Y confiemos plenamente. Silencio de adoración y confianza.

De la carta del apóstol Santiago (2,14-18):

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»

GUÍA: La carta de Santiago se pone de parte del oprimido, del que sufre. Ese que anteriormente hemos considerado en primera persona, ahora está en el otro, Nosotros somos los creyentes. ¿Se nos dan casos de dejarnos llevar, y creer que con decir que creemos es suficiente? Se necesitan las obras. Nuestra oración es de pobreza ante tantas situaciones que no podemos resolver. Pedimos a Jesús que actúe desde cada uno de nosotros, desde todos los cristianos poniéndonos del lado de los que sufren y están necesitados. Silencio de disponibilidad y confianza.


 Del evangelio según san Marcos (8,27-35):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. 
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

GUÍA: Jesús nos pregunta como entonces ¿quién dice la gente que soy yo?. Y vosotros ¿quién decís que soy?. Las respuestas son muchas. ¿Cuál es la nuestra?. Recogidos en nuestro interior procuremos confesar nuestra fe en el Hijo de Dios, Jesucristo. Pedro le confiesa Mesías pero también le da sus consejos. Jesús no lo admite y le rechaza: ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!. Qué difícil nos resulta aceptar el plan de Dios, cuando está el dolor cerca.  Pidamos fortaleza en los momentos difíciles y confianza en Dios, para seguir adelante a pesar de las dificultades. El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, cargue su cruz y me siga. Silencio de admiración ante Jesús, de fe en Él y confianza en que estará con nosotros.

PRESENTAMOS NUESTRAS PETICIONES.

COMENTAMOS IMPRESIONES

NOS UNIMOS EN LA ORACIÓN DE JESÚS

SALUDAMOS A MARÍA, nuestra madre.

María, yo te saludo con gran amor; Tú eres luz en la noche, faro en el mar; Tú eres puerta del cielo, Madre de Dios; De ti nació para el mundo la libertad. Eres estrella, te saludamos; Eres la Madre del mismo Dios; Eres estrella, te saludamos; madre del pueblo que busca a Dios. Los hombres andamos ciegos; danos la luz, el mundo anda entre guerras; danos la paz. Los hombres somos esclavos, sin libertad; libéranos de la muerte y de la maldad. Tú eres madre del pueblo que busca a Dios, nos vas abriendo caminos hacia el Señor; María, eres la estrella que guiará al puerto que es Jesucristo y verdad.

8 comentarios:

  1. "El Señor me abrió el oído...Tengo cerca a mi defensor". Me abrió el oído. ¿Podemos decir algo parecido nosotros? Tengo cerca a mi defensor. Confianza.

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  2. " el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»Nos llama al compromiso, a la entrega. ¿Somos conscientes de nuestras respuestas a Jesús y al Evangelio? Estamos ganando la vida, empleándola en el Reino de Dios. En silencio admiremos lo que Dios hace en nosotros y en los demás.

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  3. "Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?". Su fe en Dios es plena. ¿Nos sentimos identificados con él? Confiemos en Dios. Hagamos silencio y acojamos seguros al defensor. Pedimos por todas las necesitados del mundo. Aportemos algo de nosotros para que alguien reciba bien y consuelo.

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  4. «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga." Cada uno con su cruz, su responsabilidad, su compromiso. Pero siguiendo a Jesús. Con Jesús todo es más fácil, tiene sentido todo lo que hacemos. Él fortalece la fe y nos hace capaces para cumplir el plan de Dios sobre nosotros. Pedimos por todos los hombres y mujeres del mundo para que sientan la fuerza de Dios y el poder de la resurrección de Jesús, en su vida.

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  5. "Tú piensas como los hombres, no como Dios!» ¿Nos pasa algo parecido? Pensamos como humanos, pero podemos fijarnos en lo que Dios quiere, en su plan de salvación. Padre, ayúdanos a ver tus caminos, aceptarlos y seguirlos con confianza.

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  6. Tú eres Madre del Pueblo que busca a Dios. María, estamos aquí, en este lugar y te encontramos como madre buena que enseña el camino hacia Jesús. Hoy, un día nuevo, Queremos seguir a tu Hijo y dar gloria al Padre en todo lo que hacemos, lo que pensamos y lo que somos. Bendice a toda la humanidad con un día hermoso de paz. Enséñanos a sembrar paz.


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  7. "yo no resistí ni me eché atrás". En boca de Jesús tiene todo el significado. A nosotros nos queda camino pero seguramente también tiene algún significado. Reflexionamos cuál es y cómo reaccionamos ante cada situación que se nos presenta. Aquí estoy, Padre, confío en Ti. Haznos capaces de abrir el oído a lo que quieres y fortalécenos.


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