viernes, 9 de septiembre de 2016

RENOVAR LA TIERRA

                                                                                    ORACIÓN 11-09-16


GUÍA: Buenos días, Señor, Estamos aquí, nos llamas con amor de Padre. Un nuevo día para hablar contigo y encontrarte en nuestro interior, donde habitas. Hemos pasado una semana y vamos a preparar el encuentro del domingo. Aquí estamos, Padre. Gracias por tu presencia en la vida  y por tu amor a todas las criaturas que has creado. Jesús Tú nos convocas como hermanos a renovar la tierra. Espíritu santo,  te encontramos impulsando nuestra vida y toda acción para gloria del Padre. SILENCIO DE ENCUENTRO Y RECONOCIMIENTO.

Del libro del Éxodo (32,7-11.13-14):

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."» 
Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.» 
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre."» Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

GUÍA: Recibimos en nuestro interior  la Palabra que se nos ha dado. Nos habla del pueblo que se olvida de Dios y se busca otros dioses. ¿Nos pasa también esto hoy? ¡Cuántas veces nos ha sacado del mal y cuántas veces volvemos a olvidarle y creamos nuevos dioses! Dios se queja ante Moisés y se enciende su ira. Moisés intercede por el pueblo y Dios retira su ira. Nos alejamos pero Dios sigue esperando nuestra vuelta, manda mensajeros, personas, situaciones, que nos ayudan a cambiar, a  pedir perdón  y misericordia, a volver al buen camino. ¿Nos hacemos otros dioses? SILENCIO DE IDENTIFICACIÓN, DE PERDÓN Y VUELTA A DIOS.

De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,12-17):
Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.


GUÍA: ¿Qué entendemos de estas palabras? Pablo es perseguidor y por la gracia de Dios, se hace creyente. Cristo Jesús vino para salvar a los pecadores y yo el primero, confiesa. Dios tuvo compasión de mí. Más de una vez habremos dicho eso: Dios ha tenido compasión de mí. Agradezcamos su misericordia y desde el corazón presentemos nuestro deseo de estar con Él. SILENCIO DE PERDÓN Y AGRADECIMIENTO

Del santo evangelio según san Lucas (15,1-32):

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» 
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "iFelicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»

También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
GUÍA: Tres parábolas, ejemplos, con los que Jesús explica la alegría del Padre Dios al recibir al pecador. Dios se alegra como el pastor que encuentra la oveja perdida, o como la mujer que ha perdido una moneda y la encuentra, o como el padre que recibe de nuevo  a su hijo que se ha ido de casa. Hermosos ejemplos que nos dicen la misericordia y amor del Padre, su corazón bueno. Sintamos este corazón del Padre, de la mujer o del pastor alegrándose de nuestra vuelta a casa. SILENCIO AGRADECIDO, Y DE ENCUENTRO CON QUIEN NOS AMA.

¿QUÉ HEMOS VISTO EN NUESTRA ORACIÓN?

AGRADECEMOS, OFRECEMOS

INVOCAMOS A MARÍA





               CANTAMOS

Escucha, tú, la Palabra de Dios,
no sólo con tus oídos,
también con tu corazón.
Escucha, tú, la Palabra de Dios
y estate siempre atento a su Voz. (bis)

Déjala entrar dentro de tu corazón,
pásala a tu mente y a tu situación,
vívela, vívela en tu realidad,
haz que por tu vida llegue a los demás.

Si tus manos son instrumento de Dios,
da tu pan al pobre, préstale tu voz,
ama a Dios, ama a Dios con tu caridad;


oye su Palabra con sinceridad. (Xaquín R.)


8 comentarios:

  1. El pastor busca a su oveja, la mujer se alegra con la moneda encontrada, el padre con el hijo que vuelve a casa y Dios con el hijo que vuelve después de estar alejado. La alegría de todos es imagen de Dios que nos busca y espera lleno de misericordia.

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  2. «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto" Dios manda a Moisés que vaya con su pueblo. Moisés pide compasión para el pueblo antes de bajar. ¡Cuánta confianza por parte de Moisés y cuánto amor por parte de Dios! Sintamos esta confianza y amor sobre nosotros y nuestro pueblo.

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  3. "Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Se alegra la mujer por haber encontrado la moneda. Se alegra Dios por haber encontrado a sus hijos perdidos. Gracias, Padre, porque nos esperas y buscas con tanto amor y misericordia. Danos tu gracia para que seamos encontrados y sigamos en el buen camino.

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  4. "el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo". La misericordia de Dios se manifiesta en el misterio de Cristo, entregado por nosotros. El año de la Misericordia es tiempo de abrir el corazón a la conversión y acoger el perdón de Dios. ¿Lo hacemos?

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  5. "Se puso en camino a donde estaba su padre; ...su padre se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo". Dios es el padre que recibe a los perdidos, con cariño y alegría. Como el hijo también nosotros tenemos algo de qué arrepentirnos. Cuando volvemos a casa, arrepentidos, Dios nos perdona y se alegra.

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  6. "se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna"Reconocemos la gracia de Dios que se derrama en cada uno de nosotros y nos da su bondad y misericordia. Agradecemos su presencia y salvación Somos anuncio para otros.

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  7. "Se puso en camino a donde estaba su padre" Nuestro mundo necesita darse cuenta de que necesita del Padre Dios. Necesitamos ponernos en camino hacia Él. Nuestra oración para que la humanidad encuentre momentos de arrepentimiento y vuelva cada día a Dios.

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  8. "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto." Esto dijo el pueblo ante el becerro de oro hecho por ellos. ¿Ante qué becerros o ídolos nos inclinamos y por qué? Quizás también nos creamos ídolos: el poder, el dinero, el gusto. Ayúdanos, Padre, a ser fieles a tu misericordia.

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