REZA Y
COMPARTE
LA NOCHE
DE LA LIBERACIÓN
GUÍA DE
ORACIÓN 10-08-25 XIX Domingo del Tiempo Ordinario
GUÍA: La noche de la liberación fue preanunciada para que creyesen en ella. La
Palabra se nos anuncia para mantenerla, creerla y anunciarla. En tu presencia,
Señor, te alabamos y creemos. Tu
misericordia es fiel y transforma nuestros caminos. Actúa y sálvanos. SILENCIO
DE CONOCIMIENTO, DE PRESENCIA, DE CONFIANZA.
Lectura
del libro de la Sabiduría (18,6-9):
La noche de
la liberación les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que, sabiendo
con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo.
Tu pueblo
esperaba la salvación de los justos y la perdición de los enemigos, pues con lo
que castigaste a los adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a
ti.
Los piadosos
hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto y establecieron unánimes
esta ley divina: que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros,
después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.
GUIA: Leemos la Palabra, profundizamos su
significado y comprendemos lo que nos dice. Tu pueblo esperaba la salvación.
Hoy tu pueblo espera esa salvación pero a veces nos confundimos en el tipo de
esperanza y el tipo de seguimiento. Ilumina, Señor, nuestras mentes con tu
verdad. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, DE ÁNIMO Y DE CAMINO.
Salmo
Sal
32,1.12.18-19.20.22
R/. Dichoso
el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
V/. Aclamad,
justos, al Señor,
que merece
la alabanza de los buenos.
Dichosa la
nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo
que él se escogió como heredad. R/.
V/. Los ojos
del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que
esperan en su misericordia,
para librar
sus vidas de la muerte
y
reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
V/. Nosotros
aguardamos al Señor:
él es
nuestro auxilio y escudo.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo
esperamos de ti. R/.
Lectura
de la carta a los Hebreos (11,1-2.8-19):
Hermanos:
La fe es
fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.
Por ella son
recordados los antiguos.
Por la fe
obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en
heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por fe vivió
como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac
y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos
cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por la fe
también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había
pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un
hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas
del cielo y como la arena incontable de las playas.
Con fe
murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y
saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que
los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de
donde habían salido, estaban a tiempo para volver.
Pero ellos
ansiaban una patria mejor, la del cielo.
Por eso Dios
no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.
Por la fe,
Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el
destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu
descendencia».
Pero Abrahán
pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde
en cierto sentido recobró a Isaac.
GUÍA: Fe y esperanza se juntan para
mantener y vivir la promesa que se les había hecho, una nueva tierra. El Padre
sigue prometiendo la promesa de una nueva ciudad, una nueva tierra. La
esperanza en el corazón del hombre y de la mujer crece y se arraiga, para ver
realizada la obra de Dios. SILENCIO DE INTUICIÓN, DE ESPERA, DE COMPROMISO.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (12,32-48):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas,
pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended
vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro
inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla.
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida
vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que
aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados
aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en
verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá
sirviendo.
Y, si llega
a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended
que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le
dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo
vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo
del hombre».
Pedro le
dijo:
«Señor,
¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
Y el Señor
dijo:
«¿Quién es
el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su
servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado
aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En
verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si
aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a
pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el
señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará
con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado
que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con
su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo
digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho
se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le
pedirá».
GUÍA: No temas pequeño rebaño. El Padre ha
querido daros el reino. Abrimos el corazón al amor de Dios y nos disponemos a
aceptar sus caminos. Espíritu Santo, ven sobre nosotros.
PRESENTAMOS
NUESTRA ORACIÓN AL PADRE, LA FE , LA
ESPERANZA, EL AMOR. CONFIAMOS.
INVOCAMOS
A MARÍA AUXILIADORA Y MADRE, CON NUESTRAS NECESIDADES Y LAS DEL MUNDO.
DECIMOS
CON JESÚS: PADRE NUESTRO …
CANTAMOS:
Tu reino
es vida, tu reino es verdad…
"La noche de la liberación". La oración nos ayuda a esperar esa liberación. Entra y únete al Señor con todos los hermanos. Vayamos hacia él. Buen día.
ResponderEliminar"El Señor, nuestro Dios, es solamente uno." Moisés se lo dice a su pueblo. Nos lo dice también hoy, Su presencia llena la tierra. Su amor nos fortalece. Adoramos y damos gracias.
ResponderEliminar“Mi Señor tarda en llegar” ¿Nos cansamos de esperar? Jesús, enséñanos a confiar. Acompaña nuestro camino y llega a todos. Oremos.
ResponderEliminarLa noche de la liberación y fe en las promesas de Dios. En nuestro interior oramos, confiamos que estará con nosotros en toda necesidad. Ven Espíritu de Dios.
ResponderEliminar"No temas pequeño rebaño. El Padre ha querido daros el reino. " Lo esperamos poco a poco. Confiamos y colaboramos en su venida. Visualizamos, oramos.
ResponderEliminar"Ilumina, Señor, nuestras mentes con tu verdad. " Ven Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Reparte tus dones por el mundo.
ResponderEliminar"sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo." Con la oración se robustece la fe y vivimos con Dios. Visualizamos.
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