REZA Y
COMPARTE
EL SEÑOR
NO TARDARÁ
GUÍA DE
ORACIÓN, XXX
Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
GUÍA:
Estamos ante ti, Señor, sentimos tu presencia en la vida y te damos
gracias por ti y por todo lo que preparas en torno a ti. No tardarás. Estás con
nosotros. En nuestra oración queremos abrirnos a tu voz y a tu voluntad de
padre bueno, para todos sus hijos. Ven Espíritu Santo y condúcenos por tus
sendas. SILENCIO DE TOMA DE CONCIENCIA, DE PRESENCIA, DE AMOR DE HIJOS.
Lectura
del libro del Eclesiástico (35,12-14.16-18):
EL Señor es
juez,
y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre,
sino que escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano,
ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento.
Quien sirve de buena gana, es bien aceptado,
y su plegaria sube hasta las nubes.
La oración del humilde atraviesa las nubes,
y no se detiene hasta que alcanza su destino.
No desiste hasta que el Altísimo lo atiende,
juzga a los justos y les hace justicia.
El Señor no tardará.
GUÍA: Escuchamos tu Palabra. No hay
diferencias en tu proceder. Nos amas. No alejas al pobre o das preferencia al
rico. La oración del humilde atraviesa las nubes. Haces justicia en
misericordia y nos salvas. Tu Espíritu es luz para nosotros y consuelo
para los afligidos. Visualizamos nuestro camino y respuesta. Nos encaminamos
hacia ti. SILENCIO DE COMPAÑÍA, DE CONFIANZA, DE FE.
Salmo
Sal
33,2-3.17-18.19.23
R/. El
afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
V/. Bendigo
al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren R/.
V/. El Señor
se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
V/. El Señor
está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18):
Querido
hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es
inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez
justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan
aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron.
¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se
proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado
de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino
celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
GUÍA: Pablo
está preparado para su partida de este mundo. Su fe le lleva a confiar y a
seguir el camino emprendido. Nuestras acciones nos preparan para vivir de
acuerdo con lo que Dios quiere. Reflexionamos, dialogamos y actuamos. Confía. SILENCIO
DE COMPRENSIÓN,DE INTERIORIZACIÓN, DE BÚSQUEDA.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):
En aquel
tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por
considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El
fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones,
injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana
y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos
al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
GUÍA: Colócate en la escena, ¿con quién
te identificas? ¿Eres más como el fariseo o como el publicano? Reconoce cómo
oras: ¿Pides, exiges, o pides perdón y reconoces tus fallos? SILENCIO DE
ENCUENTRO, DE PERDÓN, DE HUMILDAD.
PRESENTAMOS
NUESTRA ORACIÓN, ABRIMOS EL CORAZÓN AL ESPÍRITU SANTO PARA RECIBIR SU
ILUMINACIÓN.
HABLAMOS
EN EL SILENCIO DEL CORAZÓN Y RECONOCEMOS LA PRESENCIA DEL DIOS MISERICORDIOSO.
INVOCAMOS
A MARÍA, MADRE Y MAESTRA DE ORACIÓN. ESCUCHAMOS SU VOZ.
NOS
DIRIGIMOS AL PADRE CON LA ORACIÓN DE JESÚS: PADRE NUESTRO
CANTAMOS:
Tú,
Señor, que enciendes las estrellas, Tú, que al sol le das su resplandor,
Tú, que
cuidas del pájaro perdido que va buscando un nido
guiado
por tu amor.
Tú, que
siembras rosas y trigales,
Tú, que
al lirio vistes de esplendor,
nos
proteges, Señor, con más cariño,
pues,
quieres más a un niño
que al
pájaro y la flor.
/ Padre
bueno, Dios alegre
primavera
y manantial;
Dios
hermano, Dios amigo,
Padre
nuestro celestial /2
Tú,
Señor, que velas por el pobre
y al
humilde das tu protección,
al que
amas le ofreces un tesoro
que vale
más que el oro,
le das tu
corazón.
Tú,
Señor, que alumbras mi camino,
Tú, que
escuchas siempre mi oración,
en tu
amor pongo yo mi confianza,
renace mi
esperanza,
se acuna
mi canción.
/ Padre
bueno, Dios alegre
primavera
y manantial;
Dios
hermano, Dios amigo,
Padre
nuestro celestial /2
Padre
nuestro, Dios alegre.
Fuente: https://youtu.be/l52C4xfk7g0


















