NO OCULTÉ EL ROSTRO
GUÍA DE ORACIÓN 16-09-18
GUÍA: Vamos por tus caminos, Padre
nuestro. El cielo proclama tu gloria. Somos tus hijos y también proclamamos tu
gloria. Luz y tinieblas se suceden y es necesario avanzar confiando en ti.
Nuestra oración se hace confianza en tus promesas, y deseo de caminar cada día
envueltos en tu amor. SILENCIO DE
CONFIANZA, ACEPTACIÓN, BÚSQUEDA.
Del libro de
Isaías (50,5-9a):
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
GUÍA: No oculté el rostro. La vida llega de ti. Las sorpresas se suceden en el camino. Avanzamos en tus sendas. Me ayudas, estás conmigo. Los retos, las oportunidades son una realidad. Pero guardas a los sencillos y los salvas. Dejamos que nuestro corazón se afiance en la fe. Que la esperanza nos dé alas y el amor haga las cosas nuevas. SILENCIO DE FE, DE ESPERANZA, AMOR
De la carta del apóstol Santiago (2,14-18):
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»
GUÍA:
Creemos pero la fe ha de ir unida a las obras. La fe nos lleva a cumplir tus
mandatos, a reconocerte en el hermano y ayudar al que está necesitado. Fe y
obras, dice la Palabra. ¿en qué o quién creemos?¿Cómo actuamos? Dejemos que el
Espíritu de Dios nos ilumine y fortalezca.
SILENCIO DE RECONOCIMIENTO DE NUESTRA FE Y NUESTRAS OBRAS, DE PETICIÓN Y
ENCUENTRO.
Lectura del santo evangelio según
san Marcos (8,27-35):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»
GUÍA: “¿Quién
dice la gente que soy yo? ¿Y vosotros quién decís que soy? La pregunta se nos
hace también hoy. En el silencio de nuestro interior demos respuesta a estas
preguntas. Que seamos capaces de decir con Pedro: Tú eres el Cristo, el Mesías.
Pedimos que este reconocimiento se arraigue en nosotros y podamos transmitirlo
a otros. SILENCIO DE CONFIANZA, ENTREGA,
SEGUIMIENTO
RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN, ¿QUÉ FRASE
ESCOGEMOS?
PRESENTAMOS NUESTRO DESEOS, NUESTRA
OFRENDA, AGRADECEMOS
INVOCAMOS AL PADRE CON LOS PALABRAS DE
JESÚS: PADRE NUESTRO
CON MARÍA CAMINAMOS.
CANTAMOS
Cristo nos
da la libertad (Erdozaín)
Cristo nos
da la libertad,
Cristo nos
da la salvación,
Cristo nos
da la esperanza,
Cristo nos
da el amor.
Cuando luche
por la paz y la verdad, la encontraré;
cuando
cargue con la cruz de los demás, me salvaré.
Dame, Señor,
tu palabra;
oye, Señor,
mi oración.
Cuando sepa
perdonar de corazón, tendré perdón;
cuando siga
los caminos del amor, veré al Señor.
Dame, Señor,
tu palabra;
oye, Señor,
mi oración.
Cuando
siembre la alegría y la amistad, vendrá el Amor;
cuando viva
en comunión con los demás, seré de Dios.
Dame, Señor,
tu palabra;
oye, Señor,
mi oración.
https://www.youtube.com/watch?v=leEb-pev1rQ