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viernes, 3 de enero de 2020

LA SABIDURÍA SERÁ ENSALZADA


REZA Y COMPARTE

LA SABIDURÍA SERÁ ENSALZADA

GUÍA DE ORACIÓN

GUÍA: Nuestra oración se acerca a Dios y a su sabiduría. Él nos atrae hacia sí, nos hace partícipes de su ley, de la sabiduría que derrama sobre cada uno de nosotros, sus hijos. Agradecemos y pedimos perdón por todo lo que nos aleja de él. Visualizamos su ser y sus manifestaciones a favor de cada persona.  SILENCIO DE ADMIRACIÓN, PERDÓN, ACCIÓN DE GRACIAS.

Del libro del Eclesiástico (24,1-2.8-12):

La sabiduría hace su propia alabanza, encuentra su honor en Dios y se gloría en medio de su pueblo.
En la asamblea del Altísimo abre su boca y se gloría ante el Poderoso.
«El Creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel”.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca más dejaré de existir.
Ejercí mi ministerio en la Tienda santa delante de él, y así me establecí en Sión.
En la ciudad amada encontré descanso, y en Jerusalén reside mi poder.
Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad».

GUÍA: En medio de su pueblo, estableció mi morada. El Eclesiástico presenta a la Sabiduría de Dios en medio de su pueblo. Dios se hace cercano al pueblo a lo largo de la historia. También hoy, en nuestro tiempo, está en medio de  nosotros. Abrimos el corazón para recibirla y compartirla. Descubrirla en la vida diaria y a nuestro alrededor. Saborear su presencia y gozar con ella, alabando al Dios que nos salva. SILENCIO DE OBSERVACIÓN, DE ILUMINACIÓN, DE ADORACIÓN

R/. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.. R/.

Del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-6.15-18):

Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

GUÍA: El Padre nos escogió en Nuestro Señor Jesucristo par que fuéramos santos, irreprochables ante él por el amor. Somos escogidos por amor y capaces de amar.
Padre, envía tus dones  par que sea una realidad ese amor y esa esperanza. Eres el Espíritu que nos fortalece y alienta en toda dificultad. Te acogemos. Conduce nuestros pasos hacia ti. SILENCIO DE ACOGIDA, FORTALEZA, AMOR.

Del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

GUÍA: En el principio existía la Palabra y la Palabra era Dios. Él era la vida, la luz para los hombres. Al profundizar y visualizar el significado de estas palabras nos llenan de admiración, de manifestación de Dios. Pero no siempre es recibida su manifestación. La luz brilla pero no es captada por las tinieblas. Recibe, Padre, nuestro ser, ilumina nuestra vida. Que las tinieblas sean ahuyentadas y tu luz brille sobre nosotros. SILENCIO DE ENCUENTRO, PRESENCIA, AGRADECIMIENTO, OFRENDA.

SINTETIZAMOS NUESTRA ORACIÓN, LA PRESENTAMOS EN UNA FRASE.

CONFIANZA, GRACIAS, ADORACIÓN, OFRENDA.

INVOCAMOS A MARÍA, MADRE Y MAESTRA, QUE NOS ACOMPAÑE

NOS DIRIGIMOS AL PADRE COMO JESÚS: PADRE NUESTRO…

CANTAMOS

Nunca suenan las campanas

Nunca suenan las campanas
con tan dulce claridad
como cantando las glorias
de la hermosa Navidad.

Es porque cantan la noche feliz,
es porque cantan la noche sin par
en que Dios Niño ha nacido
y en el mundo ha de reinar.

Es la voz de las campanas
eco de angélico son;
es el anuncio festivo
de gloria y de redención.

En todas partes se oye
su dulce y claro sonar;
en las montañas y valles,
y en las orillas del mar.