viernes, 1 de abril de 2016

ORACIÓN 03-04-16





GUÍA: Estamos celebrando la resurrección de Jesús. Hace una semana que se conmemoró la Pascua. Vivimos la experiencia de resurrección y la transformación de la vida de los creyentes. ¿Ha supuesto algo para nosotros? Sintamos la presencia de Jesús resucitado en nosotros y en la vida. Sigue salvando a los que se fían de Él. Dejamos espacio para sentirnos creyentes, y admitirle en nosotros y nuestras cosas. SILENCIO CREYENTE, ACOGEDOR, CONFIADO.

Del libro de los Hechos de los apóstoles (5,12-16):

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

GUÍA: Los apóstoles seguían experimentando la resurrección. Hacían signos y prodigios en medio del pueblo. Se les unían otros creyentes. Acudían a ellos para que les curasen. La Iglesia también sigue experimentando la resurrección, la presencia de Jesús, la sanación. Muchos acuden buscando paz, curación, fe. Veamos dónde estamos nosotros. Dejémonos tocar por Jesús resucitado y su paso por las realidades de la vida. SILENCIO ORANTE, ABIERTO A LA GRACIA, COMPROMETIDO CON SU CAUSA.

Del libro del Apocalipsis (1,9-11a.12-13.17-19):

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»

GUÍA: Juan cae en éxtasis y ve “al primero y el último, yo soy el que vive”. Con Él nos postramos y reconocemos su presencia. Él sigue viviendo, Repasemos la vida, ahí donde él está y es reconocido. Pero también la vida oculta, donde Dios está y no se deja ver por nuestra falta de fe, falta de confianza. Avivemos la fe en el resucitado. Pidámosle su fortaleza y presencia para acompañar a nuestro mundo. SILENCIO CREYENTE, DISPONIBLE.

Del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. 
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» 
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» 
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» 
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» 
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» 
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» 
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» 
Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!» 
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

GUÍA: Estamos en casa, como los discípulos, escondidos. Pero Jesús llega y nos desea la paz, Nos da el Espíritu Santo y nos envía, En silencio le reconocemos, nos sentimos transformados y tratamos de dar nuestra respuesta a tanta confianza. La presencia de Jesús resucitado fortalece nuestra fe y la compartimos con nuestro mundo. SILENCIO CONFIADO, OFERENTE.

PRESENTAMOS al Señor nuestra oración, nuestros deseos.

PETICIONES Y COMPROMISOS

PADRE NUESTRO con toda la humanidad.

INVOCAMOS A MARÍA compañera de camino.

CANTAMOS

 Hoy el Señor resucitó

y de la muerte nos salvó.

¡ALEGRÍA Y PAZ, HERMANOS,
QUE EL SEÑOR RESUCITÓ!                                         

Porque esperó, Dios le libró
y de la muerte lo sacó.
ESTRIBILLO.

El pueblo en Él vida encontró;
la esclavitud ya terminó.
ESTRIBILLO.

La luz de Dios en Él brilló,
la nueva vida nos llenó.
ESTRIBILLO.

Con gozo alzad el rostro a Dios,
que de Él nos llega la salvación.
ESTRIBILLO.

Todos cantad: «¡Aleluya!».
Todos gritad: «¡Aleluya!».
ESTRIBILLO.

                                                          

7 comentarios:

  1. Caminemos hacia la luz. La resurrección está hecha por el Padre. Poco a poco se realiza en cada uno de nosotros. ¿Lo creemos?

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  2. "crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor." Los árboles de la foto me hacen pensar en la multitud de los creyentes. Nos adherimos al Señor, Él nos mantiene en pie y fortalece. Gracias, Padre por la resurrección de Jesús.

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  3. Muy bonita tu interpretación de la foto. «¡Señor Mío y Dios Mío!» La respuesta de Tomás es humilde aunque antes había dicho que quería comprobar que era Jesús. ¡Cuantas veces podemos decir también con Tomás: Señor mío y Dios mío. Que Él aumente nuestra fe.

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  4. «Hemos visto al Señor.» Comunicaban su experiencia. Hoy le vemos de otra manera, a más distancia pero también podemos decirlo. Que le descubramos en nuestro interior, en la Palabra, en la Eucaristía, en los hermanos, en la vida. Dios Padre sigue actuando la resurrección de Jesús.

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  5. "Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo" La fuerza de la resurrección actuaba en ellos y actúa en nosotros. La iglesia mantiene viva la fe y la transmite a todos los confines del mundo. Nos unimos a esta expansión del reino de Dios con nuestra fe compartida y nuestra vida creyente.

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  6. "El pueblo en Él vida encontró; la esclavitud ya terminó". El Padre resucitó a Jesús. La muerte y el pecado no tienen la última palabra. La vida surge con el resucitado y nos arrastra con Él. Hagamos un poco de ejercicio de dejarnos arrastrar por el Padre y que nuestros límites sean superados por la fuerza de Dios. Contemplamos tan gran acción.

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  7. "para que, creyendo tengáis vida en su nombre." Se transmiten los hechos para
    que creamos. A lo largo de los tiempos Jesús ha estado presente y los cristianos confiamos en Él. Que transmitamos la fe a los que vienen detrás de nosotros. María Madre de la Iglesia naciente y de nuestra Iglesia, ruega por nosotros.

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