sábado, 6 de agosto de 2022

LA NOCHE DE LA LIBERACIÓN

 REZA Y COMPARTE

LA NOCHE DE LA LIBERACIÓN

GUÍA DE ORACIÓN  07-08-22 XIX Domingo del tiempo ordinario. Ciclo C

GUÍA :  Estamos aquí, Señor, en tu presencia. Llegamos con nuestros problemas y necesidades. Te los presentamos con amor, con el deseo de recibir tu perdón. Tú que nos llamas y nos reúnes, alienta nuestros corazones en la noche de la liberación, danos esperanza, enséñanos a creer y a amar. SILENCIO DE PRESENCIA, DE DESEO, DE PETICIÓN.

Del libro de la Sabiduría 18, 6-9

La noche de la liberación les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que, sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo.

Tu pueblo esperaba la salvación de los justos

y la perdición de los enemigos,

pues con lo que castigaste a los adversarios,

nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti.

Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina:

que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.

GUÍA: el libro de la sabiduría nos hace reflexionar en nuestras relacionas contigo. Tú anuncias la liberación y cumples tus promesas. Los justos ofrecían sacrificios y compartían los bienes y los peligros. Recibe, Padre, lo que somos y tenemos. Sácianos de tu misericordia. SILENCIO DE ESPERANZA, DE OFRECIMIENTO, DE MISERICORDIA.

Salmo

Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Aclamad, justos, al Señor,

que merece la alabanza de los buenos.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esperan en su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti. R/.

De la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19

Hermanos:

La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.

Por ella son recordados los antiguos.

Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.

Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.

Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.

Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.

Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.

Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.

Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.

Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.

Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia».

Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.

GUÍA: Por la fe son recordados los antiguos. Grandes experiencias de fe para Abrahán. Tu promesa se cumple en Isaac y en la esperanza de la tierra prometida. También nosotros vivimos en la esperanza de la tierra prometida que se cumplirá a lo largo de la vida. Acompaña nuestra fe y nuestra esperanza. Haznos capaces de llevar adelante tu voluntad. SILENCIO DE FE, DE  ESPERANZA Y COMPROMISO.

Del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:

«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:

«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

GUÍA: No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Jesús apoya a su rebaño, sabe que el Padre ha entregado el reino a los suyos. Lo acogemos. Nos sentimos protegidos por su mano y su corazón. La esperanza produce constancia. Gozamos de su presencia y de su promesa. SILENCIO DE ESPERA, DE ESCUCHA, DE FIDELIDAD.

RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN, RECORDAMOS UNA FRASE.

ESPERANZA, ESCUCHA, FIDELIDAD NOS ACOMPAÑAN.

MARÍA, MADRE Y MAESTRA, SÉ NUESTRA COMPAÑERA DE CAMINO.

PADRE DIOS, NOS DIRIGIMOS A TI CON LA ORACIÓN DE JESÚS: PADRE NUESTRO. 

CANTAMOS

Cristo te necesita para amar, 

6 comentarios:

  1. "La noche de la liberación" Guía para la oración sobre las lecturas del domingo. Leemos, interiorizamos, deseamos, actuamos. Buen día.

    ResponderEliminar
  2. "Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan en su misericordia," La presencia del Señor, se hace nueva en los que esperan su misericordia. Ante ti, te reconocemos y confiamos. Gracias, Padre.

    ResponderEliminar
  3. "Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad." Escuchamos su palabra de elección para la vida de cada día y su amor. Expresamos el nuestro.

    ResponderEliminar
  4. Tu que nos llamas con amor, en la noche de la liberación, sananos, recibe nuestro amor, y esfuerzo por llegar a ti.

    ResponderEliminar
  5. "Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa." Velar y atender a lo que llega cada día. La respuesta es inmediata.

    ResponderEliminar
  6. "Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba." La vida también es una llamada, en la fe vamos caminando hacia la tierra que Dios nos ofrece cada día. Confiamos en él.

    ResponderEliminar