REZA Y
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DIOS LO
RESUCITÓ
GUÍA DE
ORACION 23-04-23 Domingo 3º de
Pascua - Ciclo A
GUÍA: Dios lo resucitó. Pedro habla ante el pueblo explicando la
muerte de Jesús. Estamos oyendo sus palabras. La fuerza de Dios se manifiesta
en él. Nos sentimos unidos a la conmoción de la multitud. Él nos ha salvado de
nuestro pecado. Espíritu Santo, confírmanos en tu verdad, en el perdón y en la
misericordia. SILENCIO DE ESCUCHA, DE PERDÓN, DE MISERICORDIA.
Lectura
del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33):
EL día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz
y con toda solemnidad declaró:
«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis
palabras.
A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros,
prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos
sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y
previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos.
Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no
era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice,
refiriéndose a él:
“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón,
exultó mi lengua,
y hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro”.
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo
enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como
era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono
a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías
cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne
no experimentará corrupción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos
nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa
del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».
GUÍA: Pedro reconoce la promesa de Dios,
Jesús se fio y fue librado de la muerte. Ellos son testigos. Te invocamos,
Señor, necesitamos ser tus testigos y acompañarte en este tiempo de
resurrección. Sigue derramando tu Espíritu en nuestro mundo. Aumenta nuestra
fe, esperanza y amor. SILENCIO DE ADMIRACIÓN, DE CERCANÍA, DE TESTIGOS.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
15,1-2.5.7-8.9-10.11
R/. Señor,
me enseñarás el sendero de la vida
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pedro (1,17-21):
QUERIDOS hermanos:
Puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de
cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación, pues
ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de
vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una
sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo,
previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos
por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre
los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén
puestas en Dios.
GUÍA: Fuisteis liberados de vuestra
conducta inútil por Jesucristo. Por medio de él creéis en Dios. Estamos
envueltos en la liberación y con su gracia transformados en personas nuevas.
Haz, Jesús, que el misterio de tu muerte y tu resurrección nos conduzca por el
camino de la vida. SILENCIO DE CONFIANZA, DE ENCUENTRO, DE FUTURO.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):
AQUEL mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban
caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta
estadios;
iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba
Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí
estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros
jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día
desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo
encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición
de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era
necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que
se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando;
pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
GUÍA: Aquellos discípulos iban a Emaús.
Van tristes y hablando de lo que ha sucedido. Jesús se les acerca y se interesa
por su conversación. Viendo Jesús la situación se queda con ellos. Les explica
las Escrituras y parte el pan. Todo cambia. Le reconocen. Vuelven a Jerusalén
para decírselo a los otros discípulos. Visualizamos la escena y acompañamos el
cambio que se produce. Pedimos a Jesús, que participe con nosotros en el
camino. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, DE SABIDURÍA, DE FE.
TEMORES, ESPERANZAS, DESEOS, COMPROMISOS.
NOS DIRIGIMOS A MARÍA MADRE QUE ACOMPAÑA.
ELEVAMOS NUESTRA ORACIÓN AL PADRE, JUNTO CON JESÚS: PADRE NUESTRO…
CANTAMOS
Porque Cristo nuestro hermano, ha resucitado,
María alégrate…
Te ofrecemos la Guía de oración de esta semana. Aprovecha la oración y comparte con otros. Saludos.
ResponderEliminar"Me has enseñado senderos de vida, me saciarás de gozo con tu rostro”. El salmista confía en Dios, le enseña el camino y le sacia de gozo. Oramos con él.
ResponderEliminar"Exaltado Jesús, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo». Recibimos ese Espíritu y seguimos su luz y su acción.
ResponderEliminar"Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte" Su resurrección nos une a él, al Padre y al Espíritu Santo.
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