REZA
Y COMPARTE
¿ME
QUIERES?
GUÍA
DE ORACIÓN 05-05-19
GUÍA:
¿
Me quieres? Le pregunta Jesús a Pedro. Hoy venimos ante ti, Señor, dispuestos a
expresar nuestra amistad y amor. En este
rato, cerca de Jesús, escuchamos sus preguntas y damos nuestras respuestas.
Veamos cómo contestamos, cómo recibimos al Señor resucitado. SILENCIO DE PRESENCIA, CONFIANZA, RESPUESTA.
Del libro de los Hechos de los apóstoles
(5,27b-32.40b-41):
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: «¿No
os hablamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis
llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la
sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros
matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo
jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los
pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los
que le obedecen.»
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los
apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por
el nombre de Jesús.
GUÍA:
Los
apóstoles siguen confesando que Jesús ha resucitado y sigue haciendo nuevos
creyentes. Jesús se extiende entre el
pueblo. El sumo sacerdote les prohíbe hablar en su nombre pero ellos consideran
que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Ante Jesús presentamos
nuestra forma de hacer, nuestra fe y cómo anunciamos la experiencia. Confiamos
en su ayuda para ser buenos testigos.
SILENCIO DE FE, DE REFLEXIÓN, DE COMPARTIR.
Del libro del Apocalipsis (5,11-14):
Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y
millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con
voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la
sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.» Y oí a todas las
criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo
que hay en ellos, que decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la
alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.» Y los
cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron rindiendo
homenaje.
GUÍA: “Digno es el cordero de recibir el poder,
sabiduría, gloria y alabanza” También nosotros nos unimos a este canto de
gloria. Nos unimos a la adoración y a la acción de gracias para el Padre y para Jesús, elevado
sobre la cruz y resucitado. Lo contemplamos y adoramos. SILENCIO DE UNIÓN, CONTEMPLACIÓN Y ADORACIÓN
Del santo evangelio según san Juan (21,1-19):
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de
Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya
amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no
sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel
discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se
echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban
de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar
a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la
red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían
bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos,
después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la
muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
GUÍA: ¿Tenéis
pescado? Les dice Jesús. Ellos no han conseguido nada. Pero por la palabra de Jesús obedecen y obtienen una
buena pesca. Le reconocen y comen con él pan y pescado. Comparten su vida y su
pan. Nos situamos entre ellos y vemos cómo reaccionamos.
Pedro es preguntado por su amor, Tres
veces le pregunta y tres veces le contesta, le asegura que le quiere.
Entonces también se dirige a cada uno de nosotros y nos hace la misma pregunta:
¿Me quieres? ¿Nos unimos a la respuesta de Pedro? SILENCIO DE ENCUENTRO, DE AMIGOS, DE COMPROMISO
RECOGEMOS
NUESTRA ORACIÓN. Una frase para recordar.
DAMOS
GRACIAS, AMAMOS, PEDIMOS, OFRECEMOS.
NOS
UNIMOS A MARÍA EN ESTE MES DE MAYO Y LE DAMOS GRACIAS POR SU COMPAÑÍA EN
NUESTRA VIDA.
CONFIAMOS
EN EL PADRE DIOS. LE DECIMOS CON JESÚS: PADRE NUESTRO…
CANTAMOS
Tú
has venido a la orilla
no has buscado a sabios, ni a ricos
tan solo quieres que yo te siga
Tú necesitas mis manos
mis cansancios que a otros descansen
amor que quiero seguir amando
Tú sabes bien lo que quiero
en mi barca no hay oro ni espadas
tan sólo redes y mi trabajo
Tú pescador de otros mares
ansia eterna de almas que esperan
amigo bueno que a sí me llamas