REZA Y COMPARTE
NO ME
ECHÉ ATRÁS
GUÍA DE
ORACIÓN, 10 de abril de 2022 Domingo de Pasión - Ciclo C
GUÍA: Llega la hora de Jesús. Nos descubre
sus sentimientos. Su alma está dispuesta a aceptar esa hora. Vamos a acompañar
a Jesús en la celebración y avivamos la fe para acercarnos a su experiencia de dolor y muerte. Abrimos la
mente y el corazón para acoger la Palabra de Dios, reconocer el momento de la
entrega, acogerle en sus pasos. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, DE COMPAÑÍA, DE
ENCUENTRO.
Lectura
del libro de Isaías (50,4-17):
El Señor
Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los
discípulos.
El Señor
Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los
que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro
ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me
ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como
pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
GUÍA: No me eché atrás. Ofrecí la espalda
a los que me golpeaban. Nuestra oración es compañía, adoración, perdón.
Compañía que se hace amor, silencio y presencia. Haz que comprendamos tus
momentos de pasión, que el ambiente hostil sea transformado para ti y para
tantas personas que viven la experiencia de dolor y abandono. SILENCIO DE
CERCANÍA, DE CONSCIENCIA, DE PRESENCIA.
Sal
21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24
R/. Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se
burlan de mí,
hacen
visajes, menean la cabeza:
«Acudió al
Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre
si tanto lo quiere». R.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):
Cristo
Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al
contrario, se despojó de si mismo tomando la condición de esclavo, hecho
semejante a los hombres.
Y así,
reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios
lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
GUÍA: Estamos ante ti, Jesús. Enséñanos a caminar a tu lado, a aprender tus lecciones de humildad, de solidaridad con toda la humanidad. Haz que te reconozcamos como Dios y Señor. Desde una muerte de cruz, el Padre te recibe como Hijo y defensor de tus hermanos. Contigo vamos descubriendo el perdón del Padre y el amor entre nosotros. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, DE IDENTIFICACIÓN, DE UNIÓN.
Evangelio
según san Lucas (22,14–23,56):
En aquel
tiempo, los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas
llevaron a Jesús a presencia de Pilato.
No encuentro
ninguna culpa en este hombre
C. Y se
pusieron a acusarlo diciendo
S. «Hemos
encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se
paguen tributos
al César, y
diciendo que él es el Mesías rey».
C. Pilatos
le preguntó:
S. «¿Eres tú
el rey de los judíos?».
C. El le
responde:
+ «Tú lo
dices».
C. Pilato
dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No
encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Toda la
muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que
habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus
conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a
distancia, viendo todo esto.
C. Pero
ellos insitían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta
al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar
aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes,
que estaba
precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió.
Herodes, con
sus soldados, lo trató con desprecio
C. Herodes,
al vera a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo que deseaba
verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hacía
muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le contestó nada.
Estaban allí
los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con
sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él, poniéndole
una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron
amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados entre si.
Pilato
entregó a Jesús a su voluntad
C. Pilato,
después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les
dijo:
S. «Me habéis
traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he
interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de
las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto:
ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y
lo soltaré».
C. Ellos
vociferaron en masa:
S. «¡Quita
de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este
había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un
homicidio.
Pilato volvió
a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
S.
«¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por
tercera vez les dijo:
S. «Pues
¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la
muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Pero
ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba
creciendo su griterío.
Pilato
entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban
(al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo
entregó a su voluntad.
Hijas de
Jerusalén, no lloréis por mí.
C. Mientras
lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo,
y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un
gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban
lamentos por él.
Jesús se
volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de
Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque
mirad que vienen días en los que dirán: "Bienaventuradas las estériles y
los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado".
Entonces empezarán a decirles a los montes: "Caed sobre nosotros", y
a las colinas: "Cubridnos"; porque, si esto hacen con el leño verde,
¿que harán con el seco?».
C. Conducían
también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen
C. Y cuando
llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ «Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron
lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
Este es el
rey de los judíos
C. El pueblo
estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:
S. «A otros
ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
C. Se
burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre,
diciendo:
S. «Si eres
tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había
también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».
Hoy estarás
conmigo en el paraíso
C. Uno de
los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. «¿No eres
tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el
otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «¿Ni
siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo
estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en
cambio, este no ha hecho nada».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate
de mí cuando llegues a tu reino».
C. Jesús le
dijo:
+ «En verdad
te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu
C. Era ya
como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la
hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y
Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a
tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho
esto, expiró.
Todos se
arrodillan, y se hace una pausa
C. El
centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S.
«Realmente, este hombre era justo».
GUÍA: Jesús, estamos aquí. Hemos subido
contigo al Calvario. Los hechos se suceden y tú estás en la cruz. Todos te
miran, y tú haces la ofrenda: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Gracias por tu sacrificio, por tu dolor y
muerte. Limpia nuestro pecado y llénanos de tu paz. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN, DE ACOGIDA, DE
RESPUESTA.
¿QUÉ NOS ATRAE EN LA ORACIÓN? BUSCAMOS UNA FRASE.
BUSCAMOS
PAZ, CONCORDIA, PERDÓN.
DE MARÍA
APRENDEMOS A GUARDARLO EN EL CORAZÓN.
INVOCAMOS
AL PADRE SINTIÉNDONOS HIJOS: PADRE NUESTRO…
-Venimos a tu mesa/ Sellaremos tu pacto/Comeremos tu carne/Tu sangre nos limpiará
-Reinaremos contigo/ En tu morada santa/Beberemos tu sangre/ Tú fe nos salvará
´-Somos tu pueblo santo, que hoy camina unido/Tú vas entre nosotros, tú amor nos guiará.
Tú eres el camino, tú eres la esperanza/Hermano de los pobres, amén, aleluya
"No me eché atrás" Ya en Isaías oímos estas palabras. Jesús está llegando a su hora y también las dice. Le acompañamos con nuestra oración y solidaridad. Caminamos con él. Buena Semana Santa.
ResponderEliminar"Peregrinos, caminantes/ Vamos hacia ti" Caminantes, contigo, Jesús. Enséñanos a vivir cada día con el amor de tu Espíritu.
ResponderEliminar"Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos". Como discípulos, abrimos el oído y escuchamos al Señor que viene, lo reconocemos y obedecemos.
ResponderEliminar"Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre"; Fue exaltado en la cruz y en la resurrección. Unidos a él construimos un mundo para todos. Buen día.
ResponderEliminar"El Señor me ayuda... sabiendo que no quedaría defraudado". Jesús confía en el Padre, en su Pasión se fía de él. Adoramos y confiamos.
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