ORACIÓN 11-09-16
GUÍA: Buenos días, Señor, Estamos aquí, nos llamas con amor de Padre. Un
nuevo día para hablar contigo y encontrarte en nuestro interior, donde habitas.
Hemos pasado una semana y vamos a preparar el encuentro del domingo. Aquí
estamos, Padre. Gracias por tu presencia en la vida y por tu amor a todas las criaturas que has
creado. Jesús Tú nos convocas como hermanos a renovar la tierra. Espíritu
santo, te encontramos impulsando nuestra
vida y toda acción para gloria del Padre. SILENCIO DE ENCUENTRO Y
RECONOCIMIENTO.
Del libro del
Éxodo (32,7-11.13-14):
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Anda,
baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto.
Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un
novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste
es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."»
Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo
es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra
ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.»
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por
qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto
con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e
Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia
como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a
vuestra descendencia para que la posea por siempre."» Y el Señor se
arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
GUÍA: Recibimos en nuestro interior la
Palabra que se nos ha dado. Nos habla del pueblo que se olvida de Dios y se busca
otros dioses. ¿Nos pasa también esto hoy? ¡Cuántas veces nos ha sacado del mal
y cuántas veces volvemos a olvidarle y creamos nuevos dioses! Dios se queja
ante Moisés y se enciende su ira. Moisés intercede por el pueblo y Dios retira
su ira. Nos alejamos pero Dios sigue esperando nuestra vuelta, manda mensajeros,
personas, situaciones, que nos ayudan a cambiar, a pedir perdón y misericordia, a volver al buen camino. ¿Nos hacemos
otros dioses? SILENCIO DE IDENTIFICACIÓN, DE PERDÓN Y VUELTA A DIOS.
De la primera
carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,12-17):
Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que
me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era
un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí,
porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia
en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Podéis fiaros y aceptar sin
reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí,
el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de
todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de los siglos,
inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
GUÍA: ¿Qué entendemos de
estas palabras? Pablo es perseguidor y por la gracia de Dios, se hace creyente.
Cristo Jesús vino para salvar a los pecadores y yo el primero, confiesa.
Dios tuvo compasión de mí. Más de una vez habremos dicho eso: Dios ha tenido
compasión de mí. Agradezcamos su misericordia y desde el corazón presentemos
nuestro deseo de estar con Él. SILENCIO DE PERDÓN Y AGRADECIMIENTO
Del santo evangelio según san Lucas (15,1-32):
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los
publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas
murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de
vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en
el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la
encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa,
reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he
encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también
habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por
noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez
monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca
con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas
y a las vecinas para decirles: "iFelicitadme!, he encontrado la moneda que
se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles
de Dios por un solo pecador que se convierta.»
También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el
menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la
fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el
hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su
fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella
tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto
le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar
cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían
los cerdos; y nadie le daba comer. Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí
me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo:
trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino a donde estaba su
padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a
correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y
vestidlo; ponedle un anillo en mano y sandalias en los pies; traed el ternero
cebado y matadlo; celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y
ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el
banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la
casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué
pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el
ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se
negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su
padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una
orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis
amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas
mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú
estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este
hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos
encontrado."»
GUÍA: Tres parábolas, ejemplos, con los que Jesús explica la alegría del
Padre Dios al recibir al pecador. Dios se alegra como el pastor que encuentra
la oveja perdida, o como la mujer que ha perdido una moneda y la encuentra, o
como el padre que recibe de nuevo a su
hijo que se ha ido de casa. Hermosos ejemplos que nos dicen la misericordia y
amor del Padre, su corazón bueno. Sintamos este corazón del Padre, de la mujer
o del pastor alegrándose de nuestra vuelta a casa. SILENCIO AGRADECIDO, Y DE ENCUENTRO CON QUIEN NOS AMA.
¿QUÉ HEMOS VISTO EN NUESTRA ORACIÓN?
AGRADECEMOS, OFRECEMOS
INVOCAMOS A MARÍA
Escucha, tú, la Palabra de Dios,
no sólo con tus oídos,
Escucha, tú, la Palabra de Dios
y estate siempre atento a su Voz.
(bis)
Déjala entrar dentro de tu corazón,
pásala a tu mente y a tu situación,
vívela, vívela en tu realidad,
haz que por tu vida llegue a los
demás.
Si tus manos son instrumento de
Dios,
da tu pan al pobre, préstale tu voz,
ama a Dios, ama a Dios con tu
caridad;
oye su Palabra con sinceridad. (Xaquín R.)