miércoles, 21 de febrero de 2024

TEMA: MENSAJE CUARESMA 24, 2

 

REZA Y COMPARTE

TEMA: MENSAJE CUARESMA 24, 2

 

 

Esta es la segunda parte del mensaje de Cuaresma 24. Lee con atención. Valora lo que dice el Papa y asimila, cambia el corazón.

 

 

En mi viaje a Lampedusa, ante la globalización de la indiferencia planteé dos preguntas, que son cada vez más actuales: «¿Dónde estás?» (Gn 3,9) y «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). El camino cuaresmal será concreto si, al escucharlas de nuevo, confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón. Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas. Porque, si bien con el bautismo ya ha comenzado nuestra liberación, queda en nosotros una inexplicable añoranza por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de lo ya visto, en detrimento de la libertad.

Quisiera señalarles un detalle de no poca importancia en el relato del Éxodo: es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide. El Faraón, en efecto, destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos. Es decir, logra mantener todo sujeto a élPreguntémonos: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo? El testimonio de muchos hermanos obispos y de un gran número de aquellos que trabajan por la paz y la justicia me convence cada vez más de que lo que hay que denunciar es un déficit de esperanzaEs un impedimento para soñar, un grito mudo que llega hasta el cielo y conmueve el corazón de Dios. Se parece a esa añoranza por la esclavitud que paraliza a Israel en el desierto, impidiéndole avanzar. El éxodo puede interrumpirse. De otro modo no se explicaría que una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de garantizar la dignidad de todos, camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos.

Dios no se cansa de nosotros. Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. Jesús mismo, como recordamos cada año en el primer domingo de Cuaresma, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad. Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado. A diferencia del Faraón, Dios no quiere súbditos, sino hijos. El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitudEn Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido.

Esto implica una lucha, que el libro del Éxodo y las tentaciones de Jesús en el desierto nos narran claramente. A la voz de Dios, que dice: «Tú eres mi Hijo muy querido» (Mc 1,11) y «no tendrás otros dioses delante de mí» (Ex 20,3), se oponen de hecho las mentiras del enemigo. Más temibles que el Faraón son los ídolos; podríamos considerarlos como su voz en nosotros. El sentirse omnipotentes, reconocidos por todos, tomar ventaja sobre los demás: todo ser humano siente en su interior la seducción de esta mentira. Es un camino trillado. Por eso, podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de impulsarnos, nos paralizarán. En lugar de unirnos, nos enfrentarán. Existe, sin embargo, una nueva humanidad, la de los pequeños y humildes que no han sucumbido al encanto de la mentira. Mientras que los ídolos vuelven mudos, ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven (cf. Sal 115,8), los pobres de espíritu están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo.

Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerseDetenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritanoante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará. Por tanto, desacelerar y detenerse. La dimensión contemplativa de la vida, que la Cuaresma nos hará redescubrir, movilizará nuevas energías. Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje. Este es el sueño de Dios, la tierra prometida hacia la que marchamos cuando salimos de la esclavitud.

 

ACCIÓN:

Es tiempo de reflexión, de cambio. Vamos al desierto y encontremos caminos para llegar a la libertad, a la fraternidad, a ser hijos verdaderos.

 

10 comentarios:

  1. "Mensaje Cuaresma 24, 2" Seguimos escuchando al Papa y nos ponemos en marcha hacia la libertad. Demos pasos y avancemos por el camino de Jesús. Buena Cuaresma.

    ResponderEliminar
  2. "¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el viejo? " Pedimos al Espíritu fortalezca nuestra voluntad y nuestra fe, para seguir a Jesús con corazón nuevo y generoso.

    ResponderEliminar
  3. "Estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado". Nos unimos a él, en el camino hacia la Pascua. Oración, reconciliación, limosna.

    ResponderEliminar
  4. "Lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza." El Papa nos recuerda esa esperanza que atraviesa las nubes y llega al Padre Dios. ¡Que nadie os quite la esperanza! , dice otras veces. Visualizamos nuestras situaciones y las de otros, ponemos esperanza.

    ResponderEliminar
  5. "Una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal..., camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos." El Papa Francisco nos avisa para que camibemos. Cambiar las desigualdades y conflictos.

    ResponderEliminar
  6. "Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado." Jesús nos acompaña especialmente en estos días de cuaresma. Hagamos encuentro con él en la palabra, la Eucaristía, la reconciliación, el hermano. Encarnación de cada día, con nosotros.

    ResponderEliminar
  7. "Cuaresma, Es tiempo de conversión, tiempo de libertad." Jesús es probado en su libertad, en el desierto. Nuestra libertad también es sometida a prueba en muchos momentos. ¿Cómo respondemos?

    ResponderEliminar
  8. "Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad;" El Padre Dios nos hace hermanos. Visualizamos y vivimos esta fraternidad en silencio. Oramos.

    ResponderEliminar
  9. «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad." Aquí estamos, Señor, cuida nuestra fe. Fortalece la esperanza. Cambia nuestra voluntad hacia ti.

    ResponderEliminar
  10. "El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud. " Papa Francisco. Nuestra reflexión, oración, nos lleva a la acción. Pedimos al Espiritu Santo fortalezca nuestra voluntad, nuestra fe, esperanza y amor.

    ResponderEliminar