REZA Y COMPARTE
"OS DARÉ ESTA TIERRA"
GUÍA DE ORACIÓN 17-03-19
GUÍA: Presentamos nuestro corazón
humilde ante el Señor. Su luz limpia toda oscuridad. Acogemos su
verdad y su promesa. Os daré esta tierra. Nuestra historia se escribe en ella y
la compartimos. El Padre, el Hijo y el Espíritu nos colman con su gracia y su
amor. SILENCIO DE ACOGIDA Y PERDÓN.
Del libro del Génesis
(15,5-12.17-18):
En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»
Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.
El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»
Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?»
Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abran en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.»
GUÍA: Cuenta el número de las estrellas…así será tu descendencia. Abrán escucha pero también pregunta. ¿Cómo sabré que voy a poseerla?. Dios le pide confianza. Hacen un sacrificio y queda sellada la Alianza. Su promesa se derrama sobre la fe y la confianza de Abrán. Confiamos también nosotros y nos acercamos a Él. SILENCIO DE ESCUCHA, DE CONFIANZA, DE PROMESA.
En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»
Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.
El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»
Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que voy a poseerla?»
Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abran en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.»
GUÍA: Cuenta el número de las estrellas…así será tu descendencia. Abrán escucha pero también pregunta. ¿Cómo sabré que voy a poseerla?. Dios le pide confianza. Hacen un sacrificio y queda sellada la Alianza. Su promesa se derrama sobre la fe y la confianza de Abrán. Confiamos también nosotros y nos acercamos a Él. SILENCIO DE ESCUCHA, DE CONFIANZA, DE PROMESA.
De la carta del apóstol san Pablo a
los Filipenses (3,17–4,1):
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
GUÍA: La espera y esperanza de
Cristo transforman la vida de los creyentes. Viene como salvador, y transforma la vida con su gloria. Nos
visualizamos rodeados por su poder salvador. Agradecemos su búsqueda de la humanidad para transformar el pecado en
perdón, la oscuridad en luz. SILENCIO DE ENCUENTO, CONFIANZA Y DE LUZ.
Del santo evangelio según san Lucas
(9,28b-36):
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
GUÍA: Nos encontramos con Jesús
en su oración al Padre. Oímos la voz del Padre que nos quiere oyentes y
obedientes a su Hijo amado Jesús.
Agradecemos su manifestación, su amor a Jesús y a la humanidad, su
gloria manifestada y la gloria de los oyentes de su Hijo amado. Gracias, Padre, por tu presencia en
Jesús, por tu presencia en nuestra oración.
SILENCIO DE ADMIRACIÓN, DE AGRADECIMIENTO, DE ESPERANZA
RECOGEMOS NUESTRA ORACIÓN EN UNA FRASE PARA RECORDAR.
AGRADECEMOS, ALABAMOS, PEDIMOS, OFRECEMOS
INVOCAMOS A MARÍA NUESTRA MADRE
NO S DIRIGIMOS AL PADRE CON LA ORACIÓN DE JESÚS: PADRE NUESTRO
CANTAMOS:
Camina,
pueblo de Dios./Camina, pueblo de Dios.
Nueva ley, Nueva Alianza/ en la Nueva Creación.
Camina, pueblo de Dios./ Camina, pueblo de Dios.
Mira allá en el Calvario,/en la roca hay una cruz.
Muerte que engendra la vida,/nuevos hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado/ con su muerte y resurrección.
Todas las cosas renacen/ en la nueva creación.
Camina, pueblo de Dios...
Cristo toma en su cuerpo/ el pecado, la esclavitud.
Al destruirlos nos trae/ una nueva plenitud.
Pone en paz a los hombres,/ a las cosas y al Creador.
Todo renace a la vida/ en la nueva creación.
Camina, pueblo de Dios...
Cielo y tierra se abrazan,/ nuestra alma halla el perdón.
Vuelven a abrirse los cielos/ para el hombre pecador.
Israel peregrino, /vive y canta tu redención.
Hay nuevos mundos abiertos/ en la nueva creación.
Nueva ley, Nueva Alianza/ en la Nueva Creación.
Camina, pueblo de Dios./ Camina, pueblo de Dios.
Mira allá en el Calvario,/en la roca hay una cruz.
Muerte que engendra la vida,/nuevos hombres, nueva luz.
Cristo nos ha salvado/ con su muerte y resurrección.
Todas las cosas renacen/ en la nueva creación.
Camina, pueblo de Dios...
Cristo toma en su cuerpo/ el pecado, la esclavitud.
Al destruirlos nos trae/ una nueva plenitud.
Pone en paz a los hombres,/ a las cosas y al Creador.
Todo renace a la vida/ en la nueva creación.
Camina, pueblo de Dios...
Cielo y tierra se abrazan,/ nuestra alma halla el perdón.
Vuelven a abrirse los cielos/ para el hombre pecador.
Israel peregrino, /vive y canta tu redención.
Hay nuevos mundos abiertos/ en la nueva creación.