REZA Y
COMPARTE
DOMINGO
DE RAMOS Y DE PASIÓN
GUÍA DE
ORACIÓN Domingo de Pasión - Ciclo A
GUÍA: El domingo de Ramos nos habla de la
gloria del triunfo de Jesús en la entrada a Jerusalén. Todos aclaman al Hijo de
David. Lo admiramos y nos unimos a su gloria. Domingo de Pasión nos habla de la
cercanía de la Pasión. Su lectura nos pone entre el pueblo que grita:
Crucifícale. Estamos allí y sentimos el dolor de Jesús. SILENCIO DE
ACLAMACIÓN, DE PEDIR PERDÓN, DE MISTERIO.
Lectura
del libro de Isaías (50,4-7):
Mi Señor me
ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de
aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda
a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el
rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los
ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
GUÍA: Isaías nos presenta al siervo condenado, que no se echa atrás, que está presente, que enmudece ante las ofensas. Representa a Jesús que carga con el pecado del mundo. Él sabe que no quedará defraudado. El Padre está con él. Contemplamos la escena. Vemos a Jesús sometido a muerte cruel. Nos arrepentimos del mal cometido. SILENCIO DE UNIÓN, CONFIANZA, DE PRESENCIA.
Sal
21,8-9.17-18a.19-20.23-24
R/. Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se
burlan de mí,
hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al
Señor, que lo ponga a salvo;
que lo
libre, si tanto lo quiere.» R/.
Me acorrala
una jauría de mastines,
me cerca una
banda de malhechores;
me taladran
las manos y los pies,
puedo contar
mis huesos. R/.
Se reparten
mi ropa,
echan a
suertes mi túnica.
Pero tú,
Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía,
ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré tu
fama a mis hermanos,
en medio de
la asamblea te alabaré.
Fieles del
Señor, alabadlo;
linaje de
Jacob, glorificadlo;
temedlo,
linaje de Israel. R/.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):
Cristo, a
pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por
uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda
lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
GUÍA: Se despojó de su rango y tomó la
condición de esclavo. Tomamos conciencia de la situación. El pecado cubre al
inocente. Pero Dios le levantó y hace que la rodilla se doble y adore en todo
lugar. Somos la multitud que contempla
la condena. Pedimos perdón. SILENCIO DE ESTAR CON ÉL, DE HUMILDAD, DE SER
TESTIGOS.
Pasión de
nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (26,14–27,66):
Jesús fue llevado
ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres tú
el rey de los judíos?»
C. Jesús
respondió:
+ «Tú lo
dices.»
C. Y,
mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada.
Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No oyes
cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no
contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la
fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo
Pilato:
S. «¿A quién
queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues
sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el
tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te
metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los
sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto
de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A cuál
de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos
dijeron:
S. «A
Barrabás.»
C. Pilato
les preguntó:
S. «¿Y qué
hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C.
Contestaron todos:
C. Pilato
insistió:
S. «Pues,
¿qué mal ha hecho?»
C. Pero
ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que lo
crucifiquen!»
C. Al ver
Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto,
tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy
inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el
pueblo entero contestó:
S. «¡Su
sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces
les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo
crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y
reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un
manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la
cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la
rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. «¡Salve,
rey de los judíos!»
C. Luego le
escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada
la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que
llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir:
«La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no
quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a
suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un
letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron
con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban
lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú que
destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres
Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos
sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. «A otros
ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de
la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que
lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los
bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta
la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde,
Jesús gritó:
+ «Elí, Elí,
lamá sabaktaní.»
C. (Es
decir:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A Elías
llama éste.»
C. Uno de
ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo,
a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio
otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se
arrodillan, y se hace una pausa
C. Entonces,
el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las
rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían
muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron
en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que
custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron
aterrorizados:
S.
«Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había
allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a
Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la
madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un
hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste
acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo
entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia,
lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra
grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María
se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado
el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los
fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor,
nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los
tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta
el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al
pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura
sería peor que la primera.»
C. Pilato
contestó:
S. «Ahí
tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos
fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del
sepulcro.
GUÍA: Escuchamos la Pasión según San
Mateo. Toda la narración nos compromete y sentimos los distintos momentos como entrega de muerte y de perdón. Jesús,
gracias por tu pasión y por tu muerte. Gracias porque el Padre te elevó y nos
eleva en ti. SILENCIO DE CONFIANZA, ARREPENTIMIENTO, PAZ.
PRESENTAMOS
NUESTRA FE, CONFIANZA, PERDÓN, OFRENDA.
SALUDAMOS A MARÍA QUE ACOMPAÑA A SU HIJO, COMPARITMOS
SU DOLOR.
NOS
DIRIGIMOS AL PADRE CON LA ORACIÓN DE JESÚS: PADRE NUESTRO-
CANTAMOS:
Arriba
nuestros ramos
Arriba
nuestros ramos
cantando
al Señor
Arriba
nuestros ramos
cantando
al Señor
Bendito
el que viene
en el
nombre del Señor
Jesús
liberador.
Era un
domingo
allá en
Jerusalén
cuando en
un burrito
Jesús
entra a padecer
Todo el
pueblo humilde
lo salió
a recibir
y con
entusiasmo
comenzaron
a decir.
Pero el
mejor canto
que Jesús
quiso escuchar
fue el
canto puro
de los
niños del lugar
Ellos
saludaban
a Jesús
liberador
Cristo el
esperado
de los
pobres del Señor.
Hoy
también nosotros
te
queremos recibir
y por tu
camino
serte
fieles hasta el fin
Cristo
nos conduces
hacia el
reino de la luz
con la
sangre de la cruz.
Llegan ya
los días
de la
Pascua del señor
Cristo
con su muerte
nos da
vida y salvación
Juntos
revivamos
el
misterio de la cruz
y
compartiremos
el
triunfo de Jesús.
"DOMINGO DE RAMOS Y DE PASIÓN" La Guía nos señala el camino de Jesús. Le acompañamos en este domingo en el triunfo y en la Pasión. Identifiquémonos con alguno de los personajes y hagamos nuestra oración.
ResponderEliminar"El domingo de Ramos nos habla de la gloria del triunfo de Jesús en la entrada a Jerusalén"
ResponderEliminarS. 21 "Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. "
ResponderEliminarS.21 "Al verme, se burlan de mí,/hacen visajes, menean la cabeza: /«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;/que lo libre, si tanto lo quiere.» El Salmo presenta al siervo de Yahvé. Jesús es ese siervo. Lo acompañamos y apoyamos en la vida de cada día.
ResponderEliminar"El Señor me ayuda, ...por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado." Oración del siervo de Yahvé. Experiencia y confianza se unen y confían. La hacemos nuestra en algún momento.
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