REZA Y COMPARTE
DOMINGO DE RAMOS
GUÍA DE ORACIÓN 24-03-24 Domingo de Pasión - Ciclo B
GUÍA: Estamos acompañando a Jesús en su llegada a Jerusalén. El pueblo le recibe con alegría y le aclama con ramos, palmas, sus mantos se extienden para que pase el Hijo de David. Es el pórtico de la semana Santa y Jesús es aclamado rey. Le acompañamos en sus momentos de gloria y vamos con él también a lo largo de la semana. Padre, enséñanos a reconocerle y a seguirle en todo momento. SILENCIO DE COMPAÑÍA, DE RECONOCIMIENTO, DE AMISTAD.
Lectura del libro de Isaías (50,4-7):
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
GUÍA: Mi señor me espabila el oído. No resistí ni me eché atrás. Jesús, que comprendamos tu posición, tu respuesta, tu amor. Momento de triunfo y de comienzo de la hora de la entrega. Te reconocemos, seguimos tus pasos, queremos que seas rey de nuestras vidas. Limpia nuestro ser y libéranos de todo mal. SILENCIO DE ENTREGA, DE ATENCIÓN A TU PALABRA, DE CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS.
Salmo
Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes,
menean la cabeza: «Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R/.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
GUÍA: Te contemplamos en el dolor y en el escarnio. Te sometes a la muerte y obedeces al Padre para salvar a tus hermanos, para salvarnos a todos. Pero eres levantado sobre todo y enaltecido para atraer todo hacia ti. Que sigamos tus pasos y acojamos el amor que nos repartes. Eres Señor, para gloria de dios Padre. SILENCIO DE CONOCIMIENTO, DE PERDÓN, DE AMOR.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39):
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
GUÍA: Es la lectura de tu pasión. La repasamos y queremos acompañarte en este camino de sufrimiento. Perdona nuestros gritos que te abandonan y escogen a otros. Que aprendamos tu lección de humildad y generosidad. Haz que te reconozcamos como hijo de dios. SILENCIO DE CERCANÍA, DE COMPASIÓN, DE VOLVER A TI.
SEGUIMOS LOS SENTIMIENTOS DE JESÚS, SU DOLOR, SU ENTREGA AL PADRE.
ACOMPAÑAMOS A JESÚS EN SU TRIUNFO, SU MUERTE, EN SU RESURRECCIÓN.
INVOCAMOS a MARÍA LA MADRE, QUE NOS ENSEÑE A ACOMPAÑAR A JESÚS.
NOS ACERCAMOS AL PADRE CON LA ORACIÓN DE JESÚS: PADRE NUESTRO.
CANTAMOS:
Arriba nuestros ramos
Arriba nuestros ramos
cantando al Señor
Arriba nuestros ramos
cantando al Señor
Bendito el que viene
en el nombre del Señor
Jesús nuestra esperanza
Jesús liberador.
allá en Jerusalén
cuando en un burrito
Jesús entra a padecer
Todo el pueblo humilde
lo salió a recibir
y con entusiasmo
comenzaron a decir.
Pero el mejor canto
que Jesús quiso escuchar
fue el canto puro
Ellos saludaban
a Jesús liberador
Cristo el esperado
de los pobres del Señor.
Hoy también nosotros
te queremos recibir
y por tu camino
serte fieles hasta el fin
Cristo nos conduces
hacia el reino de la luz
marcas nuestra huella
con la sangre de la cruz.
Llegan ya los días
de la Pascua del señor
Cristo con su muerte
nos da vida y salvación
Juntos revivamos
el misterio de la cruz
y compartiremos
el triunfo de Jesús.